A raíz de unas cartas que recibió de mi querida abuela Doña Julia Flores Escamilla Vda. de Garza, donde le platicaba de la situación tan precaria por la que atravesaba Sabinas Hidalgo y lo importante que era crear fuentes de trabajo bien remuneradas, (el salario de un peón era de 0.75 centavos diarios de sol a sol) para resolver la necesidad. Tal vez influyó la forma en que se expresaba una mujer, la visión, el amor por sus semejantes y por su pueblo y la fe que tenía en su Dios, logró convencer a aquel hombre a regresar a su patria, a su pueblo y a su querido Barrio del Aguacate.
Y es así como un día del año de 1926 regresa Don Manuel M. García con su esposa e hijos a la edad de 56 años, era un hombre alto, robusto, blanco, ojos penetrantes, nariz recta, de voz aguda pero de mando, acostumbraba vestir botas hasta las rodillas, sombrero de ala ancha de baqueta, chaqueta de gamuza y una flor en la solapa; treinta años habían transcurrido. Regresó, como el hijo pródigo, pero no como aquel que consumió su hacienda, sino a invertir lo que con mucho esfuerzo y trabajo ganara en tierras lejanas. Tan pronto como llega se va a saludar a su hermano Jesús García Martin (el Bolío), que vivía en la Hacienda Larraldeña donde se instala.
Acostumbraba levantarse entre las tres y cuatro de la mañana, salía a recorrer las calles y callejones de su pueblo, a cuanta persona se encontraba les preguntaba por sus amigos, los cuales algunos habían muerto y otros aún vivían. Encaminaba sus pasos a la humilde vivienda que le vio nacer y frente a ella cuantos pensamientos acudían a su mente invocando a aquella santa madre de tez blanca, ojos azules y blonda cabellera que con humildad y amor sacara adelante a aquella familia forjando sus destinos. Esas caminatas tenían la finalidad de percatarse de las necesidades de su pueblo, pues venía lleno de ilusiones y proyectos, ordenando sus pensamientos para la realización de sus obras.
Fue así con una mañana aparece en la entrada Escuela Oficial de Niñas Lic. Benito Juárez conversando con su directora, la Srita Profra. María Antonieta Garza Elizondo, preguntándole cuales eran las necesidades de la escuela, a lo cual ella contestaba sencillamente, todo como usted puede observar el deterioro que sufre la escuela, viendo que los servicios sanitarios eran rústicos y antihigiénicos, la noria con un carrillo mecate y tina. Días mas tarde se presenta nuevamente en la escuela acompañado de su Secretario para hacer una lista de sus necesidades primordiales, así fue como al poco tiempo encontramos la escuela con una bomba y motor para la noria, excusados ingleses, regaderas, bebederos, fosa séptica, ventanas y puertas completamente restauradas y además para el invierno dotó de calentadores del primero al tercer grado, proporcionándoles lo mismo a las demás aulas. Siempre preocupado por la niñez y viendo la necesidad de una escuela mas grande, en su cerebro empieza a germinar el proyecto de su magna obra que más tarde conoceríamos con el nombre de "Los Colegios".
Mucho agradecería a toda aquella persona que posea fotografías y anécdotas en pro o en contra relacionadas con Don Manuel M. García, favor de dirigirse a los Tel. 242-22-98 o al correo electrónico: juan-moralesgarzal@hotmail.com con el Sr. Juan Morales.