En la búsqueda para reconocer a alguien sin saber desde cuándo le conociste o dejaste de ver… es un perfil de sentimientos, un latir intenso para tratar de ver y verse uno mismo… un rehacer la memoria en cachitos, sumando recuerdos hasta integrar un todo. Por eso no son líneas las que hay que trazar, borrar y desborrar empezando de nuevo… es un sólo trazo de sentimientos, sin retoques.
A este amigo mayor le conocimos sin conocerlo desde el principio, pues sabíamos de él cuando ya siendo todo un personaje tenía su genio y figura. Su presencia significada mucho para la generación que en 1959 nos iniciábamos en la educación, en la cultura y en algo de la política en Sabinas Hidalgo.
El personaje era de una piedra, estaba hecho. ¿Desde cuándo y cómo estaba hecho? No lo sabía… lo que si puedo aventurarme a responder es que era una referencia sensible sobre nosotros, calladamente sin que él lo supiera… nos sentíamos sus familiares y amigos conocidos sin haberte saludado en alguna ocasión hasta ese momento.
Se le quería a la forma antigua sabinense, a la manera de familia con viejas raíces en la aldea… aldea donde todos nos reconocíamos primos y tíos y más aún los del viejo barrio del Aguacate, los de la calle Ocampo donde la vida viene y se va. Lo queríamos porque queríamos muchos a sus hermanos: Beatriz, Irma, Olga, Rodolfo y María Eva… porque un 4 de abril de 1959 se casó con Lucibeny, aquella muchacha de nobles valores sabinenses, de bello porte por la carretera.
En ese año conocimos su activismo universitario al llevar a Sabinas el ballet Folklórico del maestro Andrade, el Coro Universitario y la obra de teatro “Los Desarraigados”.
En los primeros años de la década de los sesentas tratamos al amigo en Monterrey, donde destacaba su presencia política y su docencia en el Colegio Civil. Para la década de los setenta su figura se consolidaba a la espera de mejores oportunidades y ascensos en la política y en la educación. Seria desde entonces largo repasar las posiciones alcanzadas. No se el caso, pues la vida es para eso y él ejerció sus dones como Dios manda, siendo funcionaria eficiente y líder destacado en todo lo que hacía, tanto en la administración pública, como en la educación y la cultura. Ya tenía su propia historia para entonces.
En el transcurrir de esos años le traté de manera especial en cuatro momentos que para mí fueron de prueba: en la agitada década de los años sesenta fue afectuoso y solidario con nuestra militancia y en 1963 firmó el manifiesto del Festival de la juventud, y en 1964 fue fundador del Sindicato Universitario. En ese contraste de la figura que ya era y su visión solidaria con nosotros, un amigo común, Máximo de León Garza, me opinó de él una vez: “Es que él es un hombre útil y capaz para todos los tiempos y sistemas”.
En 1971, cuando regresé de la ciudad de México en el agitar de aquellos años, me llamó y se preocupó por mi situación, que me colocara y tuviera un buen trabajo. Vino el colapso de la caída del gobernador Elizondo y aquello no fue posible, pero para mi la intención fue válida. en 1984 me llamó de manera especial para realizar el libro de historia de San Nicolás de los Garza, siendo aquella toda una experiencia con la comunidad de esa ciudad de la que fue Alcalde. En 1992 me invitó a su cierre de campaña para Diputado Federal donde me brindó la oportunidad de una intervención central y en la cual aproveché para expresar mi concepto sobre su labor pública: un criterio a la altura d lo universal para servir en todos los tiempos a al sociedad, un ciudadano cuyo verdadero partido era la sociedad en su conjunto.
Ya para ese entonces manteníamos una consolidada relación de saludos, llamadas telefónicas y referencias fraternas a distancia. Como leales sabinenses nos apoyábamos en todo sin estar presentes, “de aquí para allá y de allá para acá” se sabía que siempre se podía contar con el amigo.
Este personaje fue un hombre muy conocido y estimado en Nuevo León, más mi duda ahora para concluir este perfil es que no sé qué tanto le conocimos en verdad, no por él, sino por uno, pues siempre que me volvía a topar creía ya conocerlo, pero era tanta la fuerza espiritual que emanaba, que se requería de un nuevo tiempo para entender su valía y dimensión humana por completo… su personalidad enérgica y buena fe envolvía. Por ello me llegado a preguntar y además de conocerlo le reconocimos suficientemente… no si le alabamos o le dijimos frases de lugares comunes… no, eso no… si lo reconocimos en el ejemplo de su litigio diario por la cátedra que nos daba con su trabajo bien hecho en todos los órdenes por varías décadas… y si supimos con ese ejemplo construir su sólido puente de hermandad que nos unirá a través del tiempo.
Este amigo mayor se acaba de ir y dejó muchos amigos en muchas partes… ya se ha escrito sobre él… más este perfil sobre el amigo mayor tiene un sentir sabinense… un recuerdo en la distancia, orgullo y solidario, porque nos sentíamos que era de aquí y porque nos calaban sus empeños cívicos, culturales y políticos en Monterrey.
Aquí en Sabinas Hidalgo, en la vieja aldea, con las antiguas raíces familiares, aquí quedó entre nosotros el amigo mayor ROGELIO VILLARREAL GARZA, 1932-1998.
Descanse en Paz.
14 de marzo 1998