Tal vez usted la recuerda, era una mujer sencilla y sobre todo muy atenta, se llamaba Pepa Ríos, tenía una pequeña tienda de abarrotes por la calle Treviño entre Bravo y Victoria, aquellas pequeñas tiendas de las esquinas o a media cuadra, aquellas pequeñas tiendas a las que en aquel entonces se les conocía como “tendajos”.
Un pequeño mostrador de madera, unos frascos de cristal llenos de dulces, un escaparate con mercancía en la pared y sobre el mostrador una vitrina donde era colocado el pan de dulce, este vitrina tenía cuatro clavos en la parte de abajo que mantenían en “vilo” a la vitrina es decir la separaban del mostrador y en cada clavo se colocaban unas tapitas de metal que se llenaba de agua para impedir que las hormigas hicieran su “agosto” con los majares que aquella vitrina guardaba; un bulto de harina, otro de maíz y el frijol en costales de ixtle y la harina en costales de tela, que al ser vendido el producto la gente de aquella época los usaba para hacer sábanas, delantales, secadores y otras prendas.
Allí tal vez escondido también se encontraba un bote metálico de los llamados “gaseros” lleno de manteca vegetal, antes la manteca vegetal no venía envasada en plástico, era un bote de forma prisma cuadrangular y se nos despachaba con una gran cuchara de madera, algunas veces ni tenía forma de cuchara.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.