El Barrio de la Carretera en Sabinas Hidalgo, N.L.

Historia de Sabinas Hidalgo

Personajes de mi barrio

Curiosamente en toda comunidad, siempre hay personas que por una u otra razón son recordadas por las demás, sea por su forma de ser, de vivir, de actuar, o simplemente por las circunstancias que les tocaron vivir. Hay otras personas que sobresalen porque durante su vida nos dejan alguna enseñanza o mensaje.

Dentro de estos, a mi juicio, hay dos tipos de personajes: aquellos a los que les teníamos temor de niños, porque en la casa nos decían “si no te portas bien te va a llevar Fulano o Zutano” y al ver la rareza de aquella persona, no había niño que no se asustara, aunque después y con el paso de los años, nos dábamos cuenta que aquellos individuos a los que les temíamos tanto, tenían un alto grado de humanidad y que día a día nos daban una lección de vida.

Los otros personajes son los que nacieron o desarrollaron la capacidad de decir cosas que perduran por medio del canto, la música, la poesía o alguna forma de escritura.

Pues bien, de todos estos personajes, yo recuerdo ya sin temor a Chalo… Chalo era un muchacho de veintitantos o treinta y tantos años que no creció mentalmente, pero que dentro de su mente de niño, paseaba siempre por las calles, en especial por la Carretera, por lo regular traía una muñeca en los brazos y preguntaba con frecuencia ¿Cuándo es Navidad? llamaba tío o tía a la gente mayor, le gustaba saludar de mano y apretarla muy fuerte, especialmente a los niños, aunque estos por lo general al verlo se espantaban, repetía frases como “en la casa tengo un perro bravo” o “¿me das un veinte tío?”… se volvía agresivo cuando algunos muchachos le gritaban con malicia “vieja larga” eso era lo peor que Chalo podía escuchar, a él le parecía una terrible agresión y se defendía lanzando piedras… a parte de eso nunca supe que hiciera daño a nadie, recuerdo que vestía con pantalones anchos y camisas mal abrochadas, era moreno y tenía cara de niño travieso, en 1973 un auto lo atropelló y acabó con su vida y con sus sueños de Navidad, nunca supe quienes eran sus padres, porque siempre lo vi solo.

Recuerdo también a Molina con su gran costal al hombro, su sombrero por un lado y un ojo entrecerrado, hablaba muy poco y se dedicaba a matar cabritos (era su oficio) por cada cabrito que mataba, se echaba una piedrita a la bolsa del pantalón para llevar las cuentas, era amable y aunque su estatura y fisonomía eran impresionantes, su sonrisa tímida dejaba notar su sencillez y bondad, dicen que una astilla le sacó el ojo cuando cortaba leña y que con un hachazo se lastimó el pie, por eso cojeaba.

Molina siempre buscaba en qué ocuparse, a veces le daban trabajos eventuales, nunca fue a la escuela, sus últimos años pedía caridad, caminaba ya con dificultad, pero seguía cargando su costal, un día en 1987 lo encontraron muerto, al parecer tenía ya varios días así, por eso fue sepultado rápidamente, no tenía familia y su verdadero nombre era Daniel Martínez, el apodo de Molina lo había tomado de su padrastro quien así se apellidaba y quien murió en los años cincuenta… por la Carretera no se ve más a Molina, pero a veces entre pláticas se le recuerda.

Zaragoza… lo recuerdo como un viejito con su acordeón por un lado, Zaragoza era un músico lírico de calles y cantinas, el acordeón y Zaragoza son uno mismo en mis recuerdos, se ponía a la entrada de las tiendas, en la plaza, aquí y allá, fue el típico personaje que se encuentra en los pueblos norteños, el músico que vive de cantar y que le entra duro a “la tomada” para inspirarse mejor, murió a mediados de los ochenta, no recuerdo el año exacto.

Casi nadie habla de Pedro Pit, cuando pregunto por él me dicen “¿cual, el primero o el segundo?”, al parecer hubo otro Pedro Pit… el primero se llamaba Pedro Garza, dicen que vivió por los años cincuenta, le gustaba cantar por las calles y decía que se sentía muy feliz de ser Pedro Pit, porque todos los carros decían su nombre (cuando pitaban)… el otro Pedro Pit, del que yo recuerdo (en los años sesenta) vendía dulces de leche por las calles y todas las tardes pasaba por la Carretera con una enorme canasta, su risa era estruendosa, y él me parecía altísimo y con facciones duras, la gente decía que Pedro Pit huyó de Estados Unidos, donde había cometido robos y fraudes, por eso sabía hablar inglés, aquí nunca supe que robara nada, los últimos años de su vida estuvo en una silla de ruedas, en ella salía a realizar su venta diaria, ayudado por un viejecito que empujaba su pesada silla, no sé cuándo murió, pero a principios de los años noventa empecé a notar su ausencia… antes de su muerte recibía ayuda por parte de dos de sus tías radicadas en Estados Unidos, su nombre verdadero era Pedro Maldonado, lo de Pedro Pit surgió porque él hablaba inglés y era como decirle “Peter”.

Tal como en los pueblos de películas de misterio, la gente comenta que Pepe Mora está embrujado, al principio era una persona como todas, con errores y aciertos, pero de pronto empezó su extraña actitud, realidad o fantasía, lo cierto es que Pepe Mora lleva años vagando cual “alma en pena”, la verdad nunca me ha tocado verlo en otro lado que no sea la Carretera, viste con harapos, a veces no lleva camisa o la lleva abierta, se sostiene los pantalones flojos y rotos, siempre está descalzo, aunque haga frío o calor, desaseado y distante. Parece un verdadero fantasma, no habla con nadie, no mira a nadie, sólo camina con la cabeza hacia el suelo, a veces me da la impresión de que puede traspasar las paredes… pasa como si no pasara, no molesta, no dice nada, a veces está comiendo alguna fruta, cuando lo veo me da mucha tristeza y pienso que cuando muera va a seguir caminando de igual manera, como si estuviera condenado a seguir así toda la eternidad, sólo que entonces pasará y no podremos verlo, ojalá que su largo caminar lo lleve algún día al cielo… Pepe lleva años viviendo en precarias condiciones y esto me hace recordar algo que dicen las Sagradas Escrituras: “Felices son ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de los Cielos, felices los que tienen hambre porque serán saciados, felices los que lloran porque reirán” (Lc. 6:20-21).

Y realmente muchos de los personajes de los que he hablado, tienen algunas de estas características… otro de ellos es Corando, originario de El Ayaleño, Vallecillo, N.L., actualmente tiene 60 años aproximadamente y a pesar de su problema de síndrome Down, él va y viene y pasea por la carretera; como puede se hace entender, pero siempre que alguien le ve venir, sabe que va a pasar un rato divertido, porque Corando, a pesar de sus limitaciones, tiene un gran sentido del humor, así es que cuando intentamos platicar con él, tenemos que sacar ese niño que tenemos dentro y ponernos a su nivel y esto sinceramente, hace mucho bien, porque nos encerramos tanto en nuestras cosas, que por momentos olvidamos que podemos sonreír.

Qué bueno que Corando nos da la oportunidad, no sólo de sonreír, sino de reír a carcajadas.

Todos estos personajes, sin proponérselo, nos dan un mensaje, una enseñanza, lo hacen en forma indirecta, por eso muchos de nosotros ni siquiera les damos importancia, no nos damos cuenta que dentro de la pobreza, hay tanta riqueza…

Dentro de los personajes que nos dan un mensaje más directo, porque nacieron con la capacidad de escribir, o la desarrollaron a lo largo de su vida, está Juan Escamilla, el compositor de “Cariño” tema musical que tuvo gran éxito a nivel nacional, él vivió en el barrio de la Carretera, no sé exactamente cuánto tiempo, pero sé que vivía por la calle Luis T. Mireles, lo recordamos con frecuencia debido a que “Cariño” es una de sus composiciones que ha sido y será un éxito.

El maestro David “Vike” Garza, también vive en el Barrio desde hace más de treinta años… él, aparte de transportar sus conocimientos musicales a generaciones, tiene muchísimas composiciones dedicadas a Sabinas a su gente y sus rumbos, hace ya algunos años, uno de sus temas titulado “Colina de Nuestro Amor” fue ganador del Azahar de Plata, en Montemorelos, sus composiciones son innumerables y en repetidas ocasiones, los sabinenses nos encontramos sin pensarlo, cantando o tarareando alguna de ellas.

Por medio de sus escritos nos ha dejado tantas enseñanzas… me refiero al profesor Héctor Jaime Treviño, quien desde niño y en su juventud, vivió en el barrio, actualmente viven aquí sus padres y por eso le vemos en ocasiones por la carretera, su inquietud e interés intelectual, se manifiestan en cada uno de sus escritos y gracias a su preocupación por legarnos algo que trasciende le consideramos como todo un personaje, el más joven del Barrio.

¡Cuántos personajes más quedan ocultos!… cada uno de los habitantes del barrio es un personaje importante de la vida, porque por el simple hecho de existir, dejamos directa o indirectamente una enseñanza o un ejemplo (sea bueno o malo)… que mejor que dejar una enseñanza de amor y un ejemplo de trabajo arduo y constante…