Escribir el nombre de Antonio García Salazar es mencionar a un excelente beisbolista, un extraordinario ser humano, es subrayar el símbolo de la amistad en los diamantes y fuera de ellos.
Sus hazañas en el terreno de juego no quedaron grabados en el libro de los récords, en las frías estadísticas en las que mañana aparece otro con menos cualidades y más tecnología y las borra, sus logros deportivos al igual que sus anécdotas, siempre recordadas y comentadas, las imprimió en el corazón de todos y cada uno de los que tuvimos la fortuna de conocerlo y guardamos en el archivo luminoso de nuestra existencia.
Y digo conocerlo porque no era necesario convivir por largo tiempo para captar su simpatía a flor de piel, su sinceridad, su sencillez, irradiaba confianza y en su carácter de niño juguetón resaltaba su nobleza.
Nosotros, los seres humanos deseamos, generalmente, ver, admirar, aplaudir y hasta imitar todo lo grande y hoy, salvo muy honrosas excepciones, porque no vamos a cerrar los ojos, se ve su nombre grabado en la barda del jardín derecho del parque “Gilberto Garza” y se siente la cordialidad, el buen humor, la fraternidad y todos los valores que un 14 de enero de 1973 nos dejaron para siempre.
Nunca supe por qué todo el pueblo, no sólo los beisbolistas, lo identificaban inmediatamente con el sobrenombre del “Penny”, de lo que sí me dí cuenta es que vivió con el común denominador de los más grandes: comenzar su grandeza con la consciencia de su pequeñez en el buen sentido de la palabra (no somos nada) hasta en el apodo, y logró su objetivo al ser despedido como un triunfador.
Descanse en Paz el entrañable e inolvidable amigo: Antonio García Salazar.
En la última vuelta al cuadro del parque “Gilberto Garza” efectuada el domingo 14 de enero de 1973, aparecen en la gráfica cargando el féretro: Valente Muñoz, Blas Cázares y Aarón Román, compañeros de su equipo Tiburones.
También aparecen, entre otros, Don Aléctor Ruiz, Luis Pérez, Profr. Arturo Solís, José Mercado, Fernando González Flores, Jaime Ramos, Profr. Tomás González, el popular “Henry”, Profr. Daniel Guadiana y los novatos de la Liga Naranjera, Alfonso Buentello Escamilla y Abraham Villarreal Cervantes, a quien agradecemos la ilustración del comentario conmemorativo.