Allá, en mi pueblo natal
en la vieja cañada
en el lugar, llamado el mar
de los sapos y las ranas
no se escucha, su croar.
El viejo arroyo enmudeció
no se escucha su canción
las aguas cristalinas
que formaban su caudal
ya no bajan del cañon.
El conejo ya no salta
a la vera del camino
no vuelta la codorniz
la liebre no corre al alba
los gallos, cantan ladino.
Dónde están las lluvias
que bañaban el maizal
en las casas, no hay trojes
se acaba la vegetación
no han dejado de talar.
Dónde está la devoción
se acabaron los creyentes
de la salvadora Santa Cruz
ya no creemos en Dios
sólo esperamos la muerte.
En el panteón del lugar
se derrocha presunción
en los grandes monumentos
al vivo, amistad y amor
al muerto, una cruz y una flor.