Para aquellos que piensan que el Cronista es una especie de quijote romántico que pregona las grandezas del pasado, para cumplir aquel adagio popular de que todo tiempo pasado fue mejor, les diré que la función del Cronista tiene mucho que ver en la actualidad con la vocación bíblica del profeta: debe anunciar y denunciar. Para César Benitez, coordinador del Primer Encuentro Urbano de Cronistas de la Ciudad de México en febrero de 2000, los cronistas son la voz y los ojos de la sociedad. Son autores que escriben de lo que ven, lo que oyen y lo que les platican sus conciudadanos, por eso también están obligados a hablar de la pobreza y de la violencia, pero también de la voluntad y de la esperanza.
Hoy en día el Cronista debe tocar temas como el de la crónica urbana en el último cuarto de siglo XX y sus variantes. Ciertamente la injerencia y participación de los poetas y escritores en su formación, así como sus características contemporáneas pueden enriquecer la crónica urbana como rural. Pues los Cronistas son los testigos más fieles del tiempo que les toca vivir y en consecuencia, la Crónica siempre remite a una realidad.
Hacer crónica surge de una necesidad de quien observa y es testigo de su tiempo, pero también de una necesidad social por meterse en las entrañas del pueblo o de la ciudad y llevar un registro vivo de los mismos. A decir de Renato Leduc, el Cronista es quien hace crónica de lo inmediato.
Puede llevar un registro de la historia oral de los barrios y del pueblo, apoyar un archivo de la palabra con la memoria de los habitantes más longevos, publicar catálogos de construcciones, comidas típicas, crear un centro de documentación municipal, conservar las descripciones y costumbres más representativas que se han visto afectadas por la modernidad.
Como hemos visto, el Cronista puede proceder de cualquier disciplina profesional y debe contar con una buena disposición para diversas disciplinas: lo mismo debe ser un poco de biólogo que de sociólogo, geógrafo, historiador, literato o periodista. Porque la Crónica tiene un poco de varias disciplinas. Hay crónicas históricas porque hablan del pasado, crónicas informativas que se refieren al presente y algunas por sus atributos narrativos bien pueden considerarse como auténticas obras de literatura.
El Cronista tiene que manejar su propia trascripción de sucesos, de manera que la crónica es un género privilegiado a través de la cual se puede incursionar a la realidad, a través de una serie de entrecruzamientos entre la presencia o la subjetividad del testigo y todo ello complementado por la reflexión, el relato de la memoria cultural, las tradiciones y los conocimientos de los rasgos de cada comunidad o pueblo.
La misión central del Cronista es presentar un testimonio vivo y fresco, no comprometido con nada. De igual forma debe escribir textos que haga que los demás se interesen en su obra para que conozcan el pasado de modo accesible y oportuno. Además la de ser un custodio permanente del patrimonio cultural y monumental de sus comunidades, pues son quienes mejor conocen su entorno. Debe tener la capacidad de asombro y de apreciar lo que otras personas a veces no perciben. Por ejemplo, siempre hay en nuestras comunidades, personajes dignos de hacer mención, pero al ser parte del paisaje cotidiano, la gente regularmente no los aprecia como se debe.
Pero un Cronista no puede escribir y saber de todo. Es necesario dividir las tareas de los cronistas: uno de lo social, otro de lo deportivo, otro debe ocuparse de la crónica policíaca, otro de los espectáculos, otro de las colonias o de los barrios que integran los municipios. Otros deben de rescatar lo que es urbano y lo que es rural y en base a esos elementos, se puede definir mejor una ciudad que cambia y crece constantemente.
El Cronista es el que todo lo guarda, es en la mayoría de las veces un funcionario público, es un curador de cosas (quien recopila o busca antigüedades), es el promotor y difusor de la cultura de la comunidad en la que vive. Debe ser un animador socio cultural, para que sea promotor y agente de cambio que siembre la semilla en los demás.
A decir de Celso Garza Guajardo, el mejor ejemplo de la realización de la Crónica en Nuevo león: "un cronista tiene que estar integrado a una sociedad, tiene que hacer su trabajo con humildad y constancia". Cuando regresó a su aldea natal, Sabinas Hidalgo, Nuevo León, después de muchos años de caminar por el mundo, sintió angustia y desesperación por sentirse perdido en un lugar familiar para él y como un extraño en aquel pueblo que en el pasado había representado su universo, se dio cuenta de "lo que estaba ya no está".
Fue así como se dedicó a escribir crónica sobre su historia para "tratar de encontrar el tiempo y de remendar los viejos recuerdos". Celso escribía la crónica como una: “forma de devolver a la sociedad, su memoria de imágenes y pensamientos". Y estaba convencido de que "El fortalecimiento de la identidad histórica y cultural sólo es posible con la participación de los integrantes de cada comunidad".