Recuerdo que al comenzar el año de 1980, anotaba en una libreta los acontecimientos que se sucedían diariamente en la cabecera municipal. Como si fuera un diario, escribía los principales sucesos de los que me daba cuenta ocurrían en Santa Catarina. Cuando mucho, esa intención duró menos de un año, pues siendo aun estudiante, las tareas escolares me exigían mucha dedicación y no me permitían desviar mi tiempo libre en otras cosas. No obstante y allá de vez en cuando, anotaba de una sentada, los hechos que recordaba.
Entre 1983 y 1984 residí en Allende, Nuevo León. Fuera de mi hogar, recordaba con nostalgia muchos de los acontecimientos, relatos, historias y leyendas que escuchaba desde niño a través de parientes mayores o en la parroquia de Santa Catarina. Fue cuando me dio por escribir una monografía con la historia de mi municipio. Por consiguiente, empecé a visitar a historiadores, profesionistas, ex alcaldes y personas de mayor edad que yo sabía me podían ayudar en mi proyecto. Todo con la intención de rescatar la historia de la Parroquia de Santa Catarina y a buscar las raíces familiares tanto en el Registro Civil como en el Parroquial. Sistemáticamente y a como Dios me dio a entender, comencé a escribir la historia de Santa Catarina en agosto de 1984
Recuerdo que el maestro Héctor Jaime Treviño Villarreal me invitó a las sesiones académicas de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística en septiembre de 1984. Este organismo, junto con el Archivo General del Estado de Nuevo León y el Centro de Información de Historia Regional de la UANL se dedicaron a promover la totalidad de los nombramientos de los cronistas de los municipios del estado. Así surgió en 1987 la Asociación Estatal de Cronistas. Pero en su constitución faltaba el nombramiento del cronista de Santa Catarina.
Por esas fechas me acerqué a las autoridades municipales. Muchos de ellos me veían con desconfianza pues me veían muy joven o muy incapaz como para realizar mi tarea. Me daba mucho coraje, que incluso ellos mismos dijeran que un pueblo como Santa Catarina no podía tener historia.
Aunque yo ya trabajaba en la recopilación y el registro de los principales acontecimientos de mi pueblo desde tiempo atrás, por razones administrativas el entonces alcalde no se decidía por el nombramiento, que de hecho al parecer ni le interesaba ni quería proponerlo pues no vivía en el municipio, no era de aquí y en ese entonces mantenía una tensa relación con sus dirigentes partidistas. Para ellos el responsable de la crónica era un funcionario ya jubilado que con la sabiduría que da los años, se dedicaba a esclarecer y a difundir la historia de nuestro municipio. Pero había un problema, tampoco vivía en el lugar y por su avanzada edad, cada vez era muy difícil ubicarlo.
Por esos tiempos, el comunicador Héctor Martínez Cavazos mantenía una sección en su programa televisivo Esta Mañana en dónde acudían historiadores, geógrafos y cronistas a difundir la historia de sus pueblos. En una ocasión ahí coincidí con el arquitecto Juan Alanís Tamez, ya nombrado Cronista de Santiago. Lo volví a ver en el Archivo General del Estado y le comenté mis deseos de ser cronista. El me comentó que le estaba construyendo una finca rural a mi alcalde y que le comentaría el asunto.
El alcalde le dijo que no conocía a gente que le interesara la historia y que tampoco lo quería hacer pues solo estaba de paso. Pero si recordó que en una ocasión, supo de alguien que platicó toda la noche con el velador de su casa y quien se le acercó en la mañana siguiente para pedirle ayuda para la publicación de una monografía sobre Santa Catarina. No recordaba su nombre pero le aseguró que lo buscaría. Se trataba de mí, pues en una ocasión, tuve que pasar la noche en un vehículo oficial que resguardaba su domicilio, platicando con el velador y esperando a que saliera a realizar sus ejercicios matinales.
El 1 de julio de 1987 se hizo el nombramiento. Recuerdo que no hubo ceremonia, el documento me lo entregó el Oficial Mayor del Ayuntamiento y me señaló mis obligaciones. Me nombraban cronista y encargado del archivo histórico municipal. Pero luego vinieron los problemas: ningún alto funcionario sabía de la existencia de la llave del archivo. Eso me hizo pensar que no me la querían entregar, ya que un par de años antes, el alcalde anterior mandó traer a un oficial de policía para que me sacara a la fuerza, cuando le pedí ayuda para escribir la monografía de mi pueblo.
Fue así que quedé adscrito a la oficina del departamento de Acción Cívica y Cultural. Inmediatamente me dediqué a concluir la monografía, ya que había conseguido que el ayuntamiento pagara una edición. Cuando el libro estuvo concluido lo mandaron a una imprenta, a la que luego las autoridades se negaron a pagar aun y cuando el libro ya estaba impreso. Entonces a los impresores se les ocurrió incluir una foto del alcalde en plena portada. Cuando el alcalde lo vio, ni tardo ni perezoso mandó traer por el tesorero para que se expidiera el pago respectivo.
Ese fue mi bautizo en el medio intelectual regiomontano. Inmediatamente comenzaron a publicarse reseñas y críticas que echaban por tierra el trabajo de cuatro años de búsqueda incesante en los archivos tanto de Santa Catarina como de Monterrey.
A la siguiente administración, me ratificaron en el nombramiento. Me dieron apoyo para rescatar el archivo histórico, me pagaron otra publicación y me dieron la oportunidad de publicar mis artículos en el periódico que apoyaba la administración. Gracias al Club Rotario de Santa Catarina y al Sindicato de Trabajadores de la UANL pude publicar el libro con una nueva portada: Santa Catarina a través de la historia.
Luego publiqué la historia del templo parroquial para luego continuar con un breve diccionario biográfico de Santa Catarina, gracias al patrocinio del Archivo General del Estado de Nuevo León. De nueva cuenta, la UANL me publicó otro librito llamado Sillares del Recuerdo, en el cual hicimos un festival donde por vez primera se conjuntaron los símbolos municipales: la historia, el escudo, el corrido, el traje típico, la comida característica, una exposición fotográfica y otra pictórica del artista Jesús Cortés García e ingresé a la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas.
Lamentablemente me dio por mostrar mis preferencias partidistas y el alcalde entrante, lo primero que hizo fue nombrar a un nuevo responsable del archivo y a otro cronista. Supe antes de tiempo y públicamente presenté mi renuncia en enero de 1992. Desde entonces, me dedico a la docencia tanto a nivel bachillerato, en licenciatura y postgrado. He dado clases en al menos 20 escuelas. Con tanto trabajo docente, seguía investigando y escribiendo en mis ratos libres, la historia de mi pueblo.
El 4 de mayo de 2007, después de dos intentos por ser de nueva cuenta el cronista municipal de Santa Catarina, el Cabildo encabezado por el Lic. Dionisio Herrera Duque, en una sesión ordinaria de trabajo, me nombró cronista de mi pueblo por tercera ocasión.
A mi juicio, la función del cronista es fundamentalmente la de recoger y difundir los rasgos cotidianos de la vida de un pueblo. Tiene un poco que ver con la función del profeta bíblico en cuanto a que su tarea principal es la anunciar y la de denunciar. Pero también se parece mucho a la de los tlacuilos prehispánicos que se dedicaban a registrar los principales acontecimientos. O también la de los viajeros y cronistas tanto griegos como romanos que seguían las campañas militares para dar cuenta de los sucesos y vivencias que tenían. O de igual forma a la de los juglares que con su instrumento musical, iban de pueblo en pueblo narrando historias de amor, de épicas y tragedias y sobre sucesos triunfantes y edificantes.
Se dice que el primer cronista en el noreste mexicano fue el poblador y pacificador el capitán Alonso de León, cuyo rasgo principal se sintetizaba regularmente en sus escritos con la siguiente frase: “Según lo que tengo visto y andado”.
Aquí en Santa Catarina, los responsables de escribir y narrar los acontecimientos para que no se perdieran en el olvido, ya sea en actas o documentos de corte oficial, fueron los secretarios del ayuntamiento. Uno de ellos, don Leopoldo García Betancourt quién ocupó el cargo entre 1940 y 1970, era la persona culta, sabia y abierta al diálogo, a quién siempre se le consultaba en torno a algún tema o problema que teníamos en el pasado.
Entre 1961 y 1963 el profesor Israel Cavazos Garza, a la sazón director del Archivo General del Estado de Nuevo León, tuvo algunas estancias revisando los viejos documentos de nuestro archivo histórico municipal, (que por cierto es el segundo más rico en la entidad después del de Monterrey), para escribir la primera monografía de nuestro municipio que tituló “Santa Catarina en la historia” y que se publicó en el Anuario Humanitas de la Universidad Autónoma de Nuevo León en 1965.
Siendo alcalde don Librado García Ayala, se solicitó en 1962 una cooperación entre los principales vecinos y comerciantes tanto de la Fama como de Santa Catarina para auspiciar la publicación de un librito con la historia de nuestro municipio. Pero éste nunca salió a la luz pública. También sabemos que la profesora Esperanza Mena, el pintor Manuel Frías, el médico José Páez García y el investigador Eduardo Aguirre Pequeño, fueron considerados en su tiempo, como personas sabias e instruidas en la historia local. También un grupo de maestras normalistas de nuestra localidad, escribieron una pequeña monografía en 1969 para obtener el título respectivo ante la Normal Miguel F. Martínez.
A principios de los 70, el profesor Ramón Cantú Alanís, escribió una breve monografía de Santa Catarina, misma que sirvió de base para el folleto conmemorativo que festejó la fecha de elevación a ciudad en 1977 y que el profesor Jorge Santiago Alanís Almaguer, amplió con otra información relevante. El también como docente y director del primer departamento de Acción Cívica y Cultural Municipal, se dedicaba al rescate y difusión de nuestra historia.
Mi primer nombramiento se lo debo a el licenciado Mario Alberto Salazar que me nombró cronista y encargado del archivo el 1 de julio de 1987. Luego, para ingresar a la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, A.C. en 1990, se me solicitó que el nombramiento de Cronista fuera ratificado por el respectivo cabildo. Así logré que el Cabildo que encabezaba la señora Teresa García de Sepúlveda, me diera un nuevo nombramiento.
Mientras tanto, en la capital de la república, se dio el surgimiento de grupos formados por ciudadanos ilustres y representantes de la culta sociedad, que pugnaban por la creación de los consejos de la crónica. En buena parte promovidos por Guillermo de Tovar y Teresa, entonces Cronista de la Ciudad de México, que decía que era imposible que una sola persona se dedicara a investigar la historia general de un lugar tan vasto. Siguiendo ese modelo, fue cuando en 1991 invité a un grupo de apasionados de la historia y de las letras, todos ellos residentes en Santa Catarina y la Fama para conformar un consejo de la crónica, que dio origen al Consejo Promotor de la Cultura y las Artes de Santa Catarina.
A mi renuncia al cargo de cronista en enero de 1992, el entonces cabildo encabezado por el alcalde Atanasio González Puente, nombró al pintor fameño Jesús Cortés y a un consejo de la crónica, avalados por el entonces cabildo que designaron a René Rojas, Julio César Méndez, Francisco Sepúlveda, Margarito Cuéllar e Hildebrando Garza. Propiamente el consejo trabajó entre 1992 y 1998. Fue considerado pionero y ejemplo inclusive a nivel nacional. Hicieron ciclos de conferencias, participaron en una columna semanal en el diario El Porvenir, publicaron dos o tres libros en forma colectiva, etc. Luego a ese grupo se incorporaron Rosy Elizondo, Ana Matta, Martha Cruz, Jesús Sepúlveda El Genio, José Luís Garza, entre otros.
Pero en el año 2000 el profesor Cortés falleció. Durante la administración de Humberto González Garibaldi se inició un proceso de selección entre los que participaron Francisco Sepúlveda, Hidelbrando Garza y yo. Quedó Hidelbrando Garza, quién ocupaba a la vez el mismo cargo en Villa de García. Pero también murió en septiembre de 2004. Fue cuando el cabildo de la administración encabezada por Irma Adriana Garza Villarreal, nombró cronista municipal a Francisco Sepúlveda García. Y desde el 2 de mayo de 2007, en sesión de Cabildo, me nombraron de nueva cuenta como responsable de la crónica municipal de Santa Catarina.
Muchos de los que somos cronistas y hacemos crónica, hemos aprendido el oficio a través de Celso Garza Guajardo, Israel Cavazos Garza, Héctor Jaime Treviño Villarreal, José P. Saldaña y Mons. Aureliano Tapia Méndez. Pero la labor que realizamos en la mayoría de las veces, se hace a como Dios nos da a entender. Por ello, presento esta serie de temas relacionados a la crónica y a la labor que realiza el cronista. Espero que sea una guía metodológica y de reflexión en torno a la labor que realizamos como cronistas municipales.
Espero que estos apuntes sirvan a mis compañeros cronistas y al público interesado en la historia local.
Santa Catarina, Nuevo León
28 de octubre de 2007