En los días del viaje a España comenzó el éxodo de los Kosovo-Albaneses, los problemas con los serbios y el bombardeo de la OTAN (Tratado de la Organización del Atlántico Norte), a Belgrado, la capital de Yugoslavia. La televisión y la prensa diaria española centraron la atención en tales hechos: es claro que no hay necesidad de ir a Madrid para saber dichos sucesos, mas lo interesante es palpar cómo se vive ese problema en la Europa de ahora y cuál es la reacción de España frente a ello.
Los problemas históricos en la región de los Balcanes de tipo étnico, político y fronterizos han sido una constante en la historia europea, los cuales aumentaron después de la liquidación del estado socialista federativo de la Yugoslavia de Tito.
Los países europeos occidentales absorbieron social y culturalmente el cambio ideológico, que significó la liquidación de la Unión Soviética, del bloque de países socialistas, la destrucción del Muro de Berlín, la terminación en general de la “Guerra Fría”. Europa dejó de padecer estrés de las condiciones políticas tan particulares que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial, mientras que por otra parte la historia universal contó con avances en la vida social por caminos no previstos: todo cambió en el continente europeo para que las cosas continuaran bajo el esquema de un paso atrás para dar dos adelante. Terminó el socialismo real para que esplendorosamente la democracia, los derechos humanos y la unidad económica europea tuvieran un nuevo ascenso en el viejo continente.
La Europa de fines del siglo XX es cátedra abierta y renovada de la democracia social y del pluripartidismo. La unidad económica europea es el efectivo y activo foro económico y político que centra el pensamiento y la atención de todas las sociedades europeas, países y gobiernos.
No es posible en estas líneas, ni es el propósito de estas crónicas, analizar exhaustivamente los problemas políticos de la Europa de ahora, sólo pretendemos apuntar que si bien fueron eliminados los grandes… tan sólo de ese ayer sigue quedando un solo fantasma de manera muy real: la OTAN, el súper poder que dice hacia dónde debe ir el futuro de Europa y en la cual las teorías de la democracia y de los derechos humanos palidecen y se hacen añicos.
La OTAN, bloque militar surgido hace más de 50 años en contraposición al pacto de Varsovia, sigues subsistiendo y con más fuerza que nuca, es el “corset” mental de la Europa de ahora. Los cordones son de los Estados Unidos, quien jala y los tensa cada vez más a su antojo. España está metida “hasta las manitas” en la OTAN evidenciando un protagonismo que desfigura tristemente su papel ante los pueblos de América.
Los españoles, al igual que el resto de los europeos, pegan el grito en el cielo por lo de Chiapas en México, y sin embargo duermen tranquilos sabiendo que los misiles caen en Belgrado y en alguna otra región de los Balcanes. Ellos hacen alarde de su ayuda humanística para los kasovares, pero en ningún motivo dirigen sus miradas y razonamientos, hacia el cuartel general de la OTAN en Bruselas, que por cierto encabeza burocráticamente el español Javier Solana.
Me decía un viejo español: “hombre, que la democracia es también una farsa en la humanidad de hoy y esta vez nos tocó un papel de carajo”.
Europa no saldrá de OTAN, pues ideológica y políticamente quedó excesivamente “tocada” por los efectos de la “Guerra Fría”. Sólo la vieja renovada izquierda española, con presencia parlamentaria a través del Partido de la Izquierda Unida, denuncia a la OTAN. La ONG, (Organización no Gubernamentales) activas en todo lo que significa solidaridad y denuncia en la violación de los derechos humanos, no pueden ver hacia ellos mismos la situación que más les compete: cómo está su futuro limitado por la OTAN.
Hoy, el nuevo totalitarismo es el que ejerce por el único bloque militar que existe en el mundo, el de la OTAN, y cuyo botón central de mando esta en Washington.
Claro que para entender o debatir ésto hay que ir a Europa, pero si te queda el gusto desde allá de descubrir que la perfeccionista democracia europea tiene en blanco un capítulo: ¿qué papel juega la democracia en las intervenciones extranjeras a los pueblos?
Habría que ayudar a los europeos y en este caso a los españoles a llenar ese capítulo, pues parece ser que tienen amnesia en su beneficio. A la democracia norteamericana ni preguntarle, pues ese capítulo está abierto de intervenciones y no lo quieren cerrar.
Durante los días de lectura en España tuve siempre muy presente la historia de México, tuve siempre muy presente que “entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz”.
3 de julio 1999