–Todo lo que te acabo de decir, tus antepasados lo dejaron escrito en muchos apuntes que quedaron distribuidos en diferentes partes de este gran país; hay muchas opiniones y puntos de vista; la nación indígena que existía cuando llegaron los españoles era muy extensa, comprendía todo el continente, la única diferencia era el grado de progreso que había logrado cada tribu.
“Nosotros en el norte teníamos una gran extensión de terreno semi-desierto, debido a las condiciones que el clima imponía; prácticamente nos tocó vivir en la región donde se tenía que luchar más para conseguir los recursos para vivir; los españoles que fueron los primeros que llegaron no tuvieron la táctica adecuada para someternos; aún así lograron dominar el territorio”.
“Muchos de nuestros hermanos se entendieron mejor con ellos, que con los otros extranjeros que vinieron a la conquista, por eso un jefe comanche Guanoqui fue hasta la capital del Imperio recorriendo 600 leguas, llevando el mensaje de paz que le encomendaron el anciano Ptisinampa y los jefes, capitanes y ancianos que en una asamblea que duró tres días resolvieron por unanimidad de votos integrarse al Imperio de Iturbide”.
“Por lo tanto firmó un tratado de 14 puntos, que se distingue en la historia, de la incorporación del indio a la vida mexicana.
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Habrá paz y amistad perpetua entre ambas naciones; cesan las hostilidades de todas clases y se olvida lo ocurrido durante el gobierno español.
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Se restituyen mutuamente los prisioneros, menos los que de su voluntad quieran quedarse en la nación en que se hallan; a los padres, madres y parientes que reclamen algunos, avisando al enviado de la Nación Comanche que ha de residir en Béjar, se les entregaran si existieren.
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La Nación Comanche en toda la extensión de su territorio defenderá la frontera de las provincias de Tejas, Coahuila, Nuevo Reino de León y Nuevo Santander, de las incursiones de las naciones bárbaras, avisando oportunamente luego que sepa que tratan de hostilidades.
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No permitirá que nación alguna penetre por su territorio al de la mexicana, la resistirá con las armas y dará aviso al Emperador.
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Resistirá igualmente que la española bien por sí sola o auxiliada de otras de Europa, o algunas de estas lo intenten, y avisará para que uniéndosele las tropas del imperio obren de acuerdo.
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Si por el territorio de la mexicana la nación española por si o auxiliada de europeas, o estas hicieren algún desembarco, ocurrirá la Comanche con todas sus fuerzas al punto que se le señale, dándoles municiones de guerra y boca, reforzándola con las fuerzas del imperio para impedir se apoderen siquiera de un palmo de tierra.
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Avisará al Emperador de las gentes que entren por su territorio a explorarlo.
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Hará la Comanche el comercio en Béjar únicamente, viniendo sus comerciantes por caminos públicos y bajo la dirección de un jefe responsable de los daños que hagan y con pasaporte del Emperador que será la medalla acordada; los mexicanos lo harán del mismo modo cuando entren al país Comanche.
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Los artículos de comercio por parte de los mexicanos son todo género de seda, lana, algodón, quinquillería, víveres, colambre, instrumentos de las artes, toda clase de obra de mano, caballos, mulas, toros, carneros y chivos, que permutarán como convengan por los particulares pactos que celebren por carecer los Comanches de moneda.
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Esto lo harán con pieles de síbola, bura, venado, oso, castor, nutria, marta, tigre, cueros curtidos, manteca, sebo, unto, carne seca, lenguas de síbola, frutas, víveres y demás producciones naturales de su terreno. La introducción y saca será libre de todo derecho por ahora.
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Conserva la nación mexicana la integridad de su territorio según la línea convenida en el último tratado con los Estados Unidos; y en lo de adelante se convendrá con la Comanche en señalarle los términos del que deba ocupar.
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Tendrá la Comanche en Béjar un enviado con un intérprete nombrados y dotados por el Emperador; el enviado se entenderá directamente con el Excmo. Sr. Secretario de Estado, ministro de relaciones interiores y exteriores, y en lo ejecutivo que no admita espera, dispondrá el gobernador lo conveniente, dando cuenta ambos separadamente a S.M.I.
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La Nación Comanche para correr mesteña por medio de su enviado, dará parte al gobernador de Béjar para que señale personas de confianza que los acompañen; y las bestias erradas que cojan, las devolverán por la pensión acostumbrada.
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El Emperador ofrece a la Nación Comanche recibir cada cuatro años a doce jóvenes para que se eduquen en esta corte por cuenta del Imperio en las ciencias y artes que más se apliquen, y devolverlos cuando están instruidos, para que la nación de esta suerte se civilice y eduque.”
Fíjate en los grandes esfuerzos que nuestras gentes hicieron, para colaborar en el mantenimiento del territorio unido; fue la inocencia de los gobiernos mexicanos, que de buena fe dieron permiso a los filibusteros güeros, (que luego les llamaron gringos) para que provisionalmente ocuparan tierras que luego reclamaron como suyas, para integrarlas a otra nación, eso y la traición de algunos gobernantes, permitieron que se perdiera todo aquel terreno donde vagábamos, tranquilamente: cazando, pescando y yendo de un lugar a otro, respetando siempre los límites que nos imponíamos.
Cada una de nuestras naciones tenía forma diferente de vivir, según la facilidad que encontraba para subsistir era como procedía; algunos para dejar testimonio de su existencia hacían con los árboles grandes figuras de sus dioses y les llamaron Totems; otros en las pieles grababan sus historias y dejaban testimonio de su vida; otros en las cuevas pintaban motivos de su diario trajinar; otros lo hacían en piedras y en algunos frontones.
A sus muertos siempre los honraron; todo ello no implicaba que fueran salvajes eran gentes simplemente que tenían una forma diferente de vivir. Las reglas de convivencia eran respetadas por todos y eso indicaba que había actitud cívica en su comportamiento; a los niños los criaban y educaban siguiendo costumbres ancestrales, de aprender de sus mayores todos los oficios y la manera de desarrollarlos; la autoridad la dejaban en manos de aquel que demostraba no solamente que tenía valor, sino que también era juicioso y podían recurrir a él para resolver una desavenencia.
Al verse invadidos en sus lugares de origen y ser atacados en forma inmisericorde los obligaron a defenderse, y a luchar por preservar lo que había sido suyo toda la vida; en cuanto al salvajismo, habría que ver quienes eran más salvajes;… si los españoles con sus caballos, armaduras, espadas y mosquetes… o los indios con sus arcos, flechas y agilidad para correr”.