El nevero vende la nieve. La nieve color rosita con sabor a leche y canela. La vende en su garrafa, en su garrafa arropada de hielo y de sal sobre su carrito, su carrito color verde pastel
El nevero vende la nieve. La nieve color rosita con sabor a leche y canela. La vende en su garrafa, en su garrafa arropada de hielo y de sal sobre su carrito, su carrito color verde pastel
El nevero pregona en la esquina, en las esquinas de Porfirio Díaz y Escobedo o Porfirio Díaz y Dr. Coss. Al menos es ahí donde lo veo más seguido, donde me he parado a comprar los conos de nieve, a veces tengo suerte y aún hay nieve, a veces –muy seguido– se acabó la nieve.
El nevero termina su nieve muy pronto, se retira temprano a su casa, contento de vender su nieve, contentó de que muchos hayan saboreado la dulce fantasía, contento de que su alforja no regresa vacía. ¿Cuándo hace la nieve el nevero? ¿En la noche, en la tarde, en la madrugada? ¿Cuándo hace la nieve rosita bajo el calcinante sol de Sabinas?…
El nevero tiene un carrito con ruedas negras que parecen rueditas. El carrito del nevero se parece a los carritos de madera que los niños de antes hacían para jugar. Los niños de antes sabían hacer su juguetes, juguetes de madera con rueditas como el carrito del nevero. Hoy los juguetes son electrónicos y la nieve se hace en máquinas. La fantasía ha sido acorralada por el progreso. El nevero es un personaje de antaño, la gente lo busca y gusta de su nieve. El nevero lo sabe y por eso se para en esos lugares por donde todos alguna vez habrán de pasar.
Antes, cuando el tráfico era menos y no había semáforos, por la calle Porfirio Díaz se iba y se venía, de sur a norte y de norte a sur. La calle empezaba en la subida del río, continuaba por entre la plaza y la iglesia, la subida del cine Baldazo, los colegios y seguía tres cuadras después de casa del difunto Don Claro Escamilla.
Ahora la calle es larga, de punta a punta. Se ha vuelto casi ribera del río y se perdió al norte como queriendo ser paralela de la carretera. Se nos fue la calle, ojalá no se nos vaya el nevero, su nieve y su carrito.
4 de abril de 1984.