Me propuse en mis crónicas eludir los temas de la política o, mejor dicho, abordarlos únicamente cuando fuesen estrictamente necesarios. No es que deteste la política, al contrario, soy un convencido de su trascendencia y de su trato como una ciencia y como arte en el conjunto de la sociedad y de la historia. Hice política militante por más de la mitad de los años que ahora tengo de vida. Pertenecí a la generación juvenil mexicana de los años 60s que reivindicó la sangre campesina derramada en la Revolución, que se solidarizó antiimperialistamente con la Revolución Cubana y el Viet Nam heróico… a la juventud del 68, Tlatelolco y de la libertades políticas, la que contribuyó, entre otros hechos, a la implantación de las reformas políticas para legalizar a todos los partidos después de 1969… fueron dos décadas del ser juvenil en las filas de la insurgencia, sorteando represiones en la vida semiclandestina, con el corazón repleto de púrpuras fantasías hacia el futuro y miedo a la vuelta de cada esquina.
No me retiré de la política, sencillamente me pasé a la línea paralela de la historia. La política, cuando es de entrega absoluta puede forjar bases de disciplina y templar mejor el carácter… la historia, en cambio, descubre los veneros inagotables de la vida que del pasado fluyen para ser mejores.
Sabinas Hidalgo es un pueblo de mucha política y de gran historia. Es ahora un pueblo en crecimiento económico constante, en expansión demográfica y humana, por lo cual es también una ciudad con nuevos y mayores problemas. Tiene, además, la característica de ser frontera entre las fronteras; por un lado resiste la presión absorbente que es Monterrey y por el otro sostiene su identidad ante el embate estadounidense de todo tipo.
Existe una tradicional actividad ganadera y agrícola, una vida comercial fluida, la industria del vestido es ejemplar, sus centros educativos son vastos y de calidad. Cientos de sabinenses trabajan ejemplarmente en los Estados Unidos y los profesionistas despliegan cada vez más sus quehaceres en la sociedad; las asociaciones civiles y de servicios son dinámicas y humanitarias… en lo cultural se tienen valores como el Templo de San José, de gran trascendencia histórica, un archivo con siglos de documentos y un museo con todas la facetas del pueblo; por otro lado, los sabinenses en Monterrey y otro lugares destacan en la labores productivas, educativas e intelectuales.
Mucho más podríamos anotar orgullosamente sobre el pasado y el presente de nuestro pueblo; aun de los problemas actuales de tipo urbano, de moral política y de seguridad.
Sabinas Hidalgo es una comunidad grande, entrañable y única para nosotros en el Universo de la Tierra… le queremos como origen, sentimiento, tiempo y espacio de nuestras vidas. Le queremos franca y lealmente.
En esta larga etapa de crisis económica para el país, aun dentro de la diversidad y de las contradicciones sociales, es cuando más se requiere de la unidad, del respeto y de la confianza entre todos. Entre los integrantes de cada familia, entre los componentes sociales de la productividad, entre pueblo y gobierno, entre maestros y alumnos, entre iglesias y creyentes… en fin, entre todos. Las mejores soluciones saldrán de la unidad, del respeto y de la confianza, aún manteniendo la diversidad de ideas y de opiniones.
El pasado año nuestro pueblo sufrió una crisis política, de febrero a los primeros días de abril hubo una prolongada tensión que se consumó en el relevo de la autoridad municipal. Renunció el licenciado Rodolfo Garza Ruiz y ocupó la alcaldía Don Gustavo Ancira González. Lo que debió de haber sido un problema de estricta incumbencia municipal, se transformó en escándalo en la opinión pública, merced a la gran prensa de Monterrey, a cual vende noticias sin importarle ningún tipo de consecuencias; pero, sobre todo, sin contribuir positivamente a mejorar las situaciones. Incluso, algunos políticos encumbrados de Monterrey cayeron en el ocio de opinar sin ton ni son. Pese a todo, el hecho más trascendente fue la serena y digna postura de la ciudadanía sabinense, este hecho no fue destacado por nadie, pues antes, durante y después de la crisis, la ciudadanía local mostró serenidad y respeto para consigo misma, ya que desde fuera no lo tuvieron para ella. Incluso, en el momento mismo de la renuncia, se dio un sereno y silencioso respeto entre el ex–funcionario y la ciudadanía presente en el Palacio Municipal. La marcha continuaría en el municipio, los hechos quedarían en familia. La gran prensa no tendría ya más noticias que vender. El pueblo seguiría siendo seguro y fiel a su conducta cívica, con su ejemplo de trabajo y de confianza para el bien común.
Viene al caso todo esto para reconocer que Sabinas Hidalgo ha salido adelante en sus afanes de paz y de armonía que no han sido perdidos en su grandeza cívica, continúa sin ningún menoscabo y en la creatividad que ha marchado sin tropiezos… por ello, resulta totalmente incongruente la sistemática campaña de calumnias contra la autoridad municipal presidida por Don Gustavo Ancira González y el Republicano Ayuntamiento so pretexto de faltas y deficiencias en la vida urbana, lo mismo que los mezquinos ataques en contra del periódico Semana Regional.
Señalar faltas es razonable, como razonable también es entender el origen y las posibilidades de los problemas. Eso es algo congruente y sano y frente a todo eso, el pueblo es justo, sabio y sereno.
Lo que es incongruente es no entender que Sabinas Hidalgo es un pueblo que ha pasado todas las pruebas, en la política y en la historia; por eso es ahora una ciudad con arraigo de cada aldea, con un presente nacionalista y con objetivos en el futuro de todos México.
Es incongruente también no entender que Sabinas Hidalgo ha consolidado su unidad, su confianza y su respeto, por encima de todo y pese a las aves de mal agüero.
Por eso, no se vale… no se vale ser irrespetuoso, meter la cizaña y la desconfianza en una ciudad como Sabinas Hidalgo.
No se vale… no se vale… la calumnia sobre la autoridad civil y la autoridad moral de la gran familia sabinense.
23 de enero de 1987