Celso Garza Guajardo

Historias y Leyendas: Cuando llegó el circo

Aquellos años que soñé

Celso Garza GuajardoSabía lo que era por los libros de lectura de la escuela primaria y por las películas… en el pueblo de aquella infancia nunca había visto un circo en forma… en verdad, los de mi generación no conocíamos hasta entonces lo que era un circo… nuestros conocimientos en eso de las diversiones llegaban hasta “los caballitos”, nombre con que relacionábamos el conjunto de viejos juegos mecánicos que de vez en cuando llegaban y se instalaban en el costado sur de la Iglesia. Sabíamos también de las carpas, especie de teatros de lona donde un grupo de viejos actores lo mismo bailaban, cantaban y actuaban… las carpas se instalaban en cualquier lote baldío… también nos llenaba de algarabía las funciones de cine ambulante que las compañías refresqueras ofrecían en algunas noches de verano… las proyecciones de películas en caricaturas en una vieja pared hacía elevar el éxtasis nuestra fantasía y nuestras risas.

Un día la noticia corrió, ahora sí que como reguero de pólvora… un circo llegaría al pueblo… era el Circo Atayde… se instalaría en el despoblado frente a la casa del profesor Pantoja, en las calles de Mina y Mier y Terán… la comunicación oral fue en aumento… “¡Va a llegar un circo!” “¡El circo va a llegar!” “¡Vamos al circo!”… las voces aumentaron y las romerías de grupos de adultos y de niños se convirtieron en una constante por la calles que daban hacia ese lugar. Ahí estábamos todos los niños sin perder ningún detalle de la llegada de los camiones, las jaulas y las múltiples maniobras de instalar los puestos, los toldos y las mismas carpas.

La primera carpa instalada fue la de los animales y en ella se armó un zoológico al que te dejaban entrar pagando un peso… la emoción de ver a los leones, panteras, tigres, elefantes, focas, chimpancés, fue algo sensacional… boquiabiertos recorríamos y recorríamos las jaulas, imaginándonos la selva y las películas de Tarzán.

El circo estaría dos días únicamente. Dos funciones… hubo desfile del circo a la manera clásica, por las calles, plataformas y payasos, animales enjaulados, acróbatas, enanitos, todo cual si fuera una fantasía. Así las cosas, no hubo entonces quién no quisiera ir a presenciar una de las funciones. En las familias de medianos y escasos recursos se juntaron los ahorros, se pidió prestado, pues se trataba de ir todos al circo… la fantasía había atrapado a todo el pueblo. La primera noche del circo todo fue una magia envuelta en una gran carpa de colores, música, aserrín, silbidos, risas, alaridos y los ¡AAAAAAAAAAH! evidenciando grandes sustos… todo parecía no acabarse y como el fin del cuento, se acababa y no se acababa. Se acabó pero se seguía pensando y contando lo que había pasado. Era la media noche y las pláticas seguían, entre los rugidos de los leones que en quietud pueblerina de entonces, se dejaban escuchar.

Al día siguiente la fantasía fue el desayuno y la comida en muchas casas, pues era común escuchar que para poder ir al circo muchas familias habían consumido ya el gasto diario de la manutención… aún así había tristeza ni dolor. Quedaba una noche más de circo… mientras, en mi bicicleta iba a dar vueltas por el lugar donde estaba instalado. La romería ese día casi fue igual que la del día anterior… no quise entrar al zoológico ni tenía interés por conseguir dinero para ver otra vez la función. Me dedicaba a contemplar la gran carpa por todos lados, a ver como bañaban a los elefantes y luego como le echaban carne de burro a los leones… no quise saber más del circo y me regresé a la casa con la idea de que ya sabía lo que era un circo o de que el pueblo en verdad estaba de fiesta.

Al día siguiente el circo se había marchado. En el lugar sólo quedó el suelo apisonado, aserrín, paja, estiércol y los hoyos de los postes… se fue el circo pero la fantasía quedó atrapada en todos nosotros,

Después otros circos vinieron… tampoco tuve mayor interés por volverlos a ver… se contaban con diferentes historias de esos circos, como la de que una noche un tornado tumbó la carpa y los elefantes se cortaban. En fin, fueron otros tiempos… pero yo seguía con mi fantasía de aquel primer circo que llegó al pueblo y que por ir a verlo, al día siguiente en muchas casas se desayunó y se comió la fantasía y las risas de la noche anterior.

15 de agosto de 1989.