Ha vivido siempre en la misma calle, en el límite de dos viejos lugares: el barrio de Los Colegios y el barrio de Sonora en la misma casona de sillares con su portón y su patio de ahí un día se encaminó cuando tan sólo tenía 15 años, para iniciarse como maestro de la Escuela Manuel M. García, a solicitud de aquel hombre todo leyenda en la historia y cultura de nuestro pueblo, Profr. Francisco J. Montemayor.
Ha vivido siempre en la misma calle, en el límite de dos viejos lugares: el barrio de Los Colegios y el barrio de Sonora en la misma casona de sillares con su portón y su patio de ahí un día se encaminó cuando tan sólo tenía 15 años, para iniciarse como maestro de la Escuela Manuel M. García, a solicitud de aquel hombre todo leyenda en la historia y cultura de nuestro pueblo, Profr. Francisco J. Montemayor.
Era el año de 1948. Ese fue un año decisivo para la generación de la que del formó parte, pues a partir de ese momento se abriría en el pueblo una Escuela Normal bajo la recia voluntad y visión del maestro Eugenio A. Solís. Aquel muchacho de tez morena y de rasgos duros y nobles a la vez, larguirucho y de caminar aprisa como estandarte de bandera, se encaminó antes que muchos a las primeras juntas organizadoras de dicha Escuela Normal; siendo alumno fundador a la vez que iniciaba su carrera magisterial en la escuela primaria de la que apenas hacía tres años había egresado. Eran épocas en las que la experiencia se acumulaba de la noche a la mañana y el niño de ayer al día siguiente imponía disciplina y daba conocimientos.
Cursó los estudios normales sin haber terminado previamente la enseñanza secundaria, razón por la cual, después de 1951 inició la secundaria a título de suficiencia, logrando terminar el primer año en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio. Cubiertos todos los requisitos, presentó su examen profesional en la Escuela Normal en 1955.
Su ejercicio magisterial abarca jornadas: de 1948 al 51 en la Escuela Manuel M. García. Del 51 al 52 en la José María Morelos de la Hacienda Larraldeña. Nuevamente del 52 al 56 en la Manuel M. García y del 56 al 72 es maestro de planta en la Escuela Secundaria Antonio Solís. En estos años también es maestro fundador de la escuela Preparatoria número 5, donde trabaja del 64 al 72, pues a partir de este año tiene que trasladarse a Villaldama, donde laborará en la Escuela Secundaria de ese lugar hasta 1974. En la Normal Pablo Livas trabaja desde 1958 hasta 1972.
La reciedumbre de su vocación magisterial quedará consolidada plenamente al fundar en nuestro pueblo la segunda escuela secundaria. Escuela General Ignacio de Maya, en 1974 y de la cual será director hasta 1979. Él es su fundador y consolidador de la mejor imagen como centro educativo de enseñanza media.
De 1979 a 1988 será Inspector de Escuelas Secundarias en el Estado, primero en el distrito de Doctor Arroyo, después en el de Cadereyta Jiménez y luego en Sabinas Hidalgo
Las décadas han pasado el joven aquel que un día por la mañana salió de su casa para ser maestro en la Escuela Manuel M. García, saldría un 15 de mayo de 1988 para recibir la Medalla Ignacio Altamirano por sus 40 años de labor educativa en bien de México. Se jubila se jubila con el afecto de sus compañeros maestros, de sus escuelas y de sus alumnos. Se irá con la satisfacción del deber cumplido y con sus mismos rasgos nobles y duros en sus rosto con la frente en alto y el pelo cano se irá con fuerza y vigor e irradiando mensajes e ideas para sus compañeros y alumnos.
Mas su vida continúa sin desmayos y sin desilusiones durante un año se irá a probar suerte en el oficio más común de todos los sabinenses: trabajar en los Estados Unidos, en Houston, Texas; regresará luego al pueblo, a invitación de las autoridades locales donde ya antes se había desempeñado como Director del Sistema de Bibliotecas Públicas Municipales, se hará cargo ahora del Catastro Municipal.
Ahí está también el maestro sabinenses Ramiro Muñoz Cantú, con igual sonrisa y energía dejó el quehacer de las aulas pero sigue siendo maestro en el pasado de quienes le conocen de quienes le tratan y estiman ahí está el maestro Ramiro Muñoz Cantú, quien truncó su camino de maestro integro, pero siendo ejemplar padre de familia y ciudadano de una trayectoria que aún continúa.
¡Adelante, maestro Ramiro Muñoz Cantú! Usted y todos los que su generación son pilares sólidos de los mejores valores de nuestro pueblo.
30 de enero de 1990.