Nació en los primeros años del siglo, quizás en 1908 quedó huérfano desde muy niño pues su padre fue muerto por un soldado carrancista al negarse a venderle vino en el tendajo de su propiedad por estar éste cerrado.
Nació en los primeros años del siglo, quizás en 1908 quedó huérfano desde muy niño pues su padre fue muerto por un soldado carrancista al negarse a venderle vino en el tendajo de su propiedad por estar éste cerrado.
Su infancia, al igual que esos años difíciles para México, transcurrió en medio de dificultades; él y su hermano quedaron al amparo de su madre y una tía los años pasaron sin poder alejar los pesares.
De joven se inició en el oficio de San José, realizando su aprendizaje en el taller de Don Manuel Garza Jiménez, donde también se forjaron carpinteros excelentes de la talla de Don José María Garza Ríos, Don Arnulfo Garza Gutiérrez y Don Mateo Acevedo.
Desde 1927 es carpintero y ha estado siempre en lo suyo únicamente en lo suyo lleva en el oficio más de medio siglo, 60 años para ser exactos. En el mismo lugar, por la calle Ocampo. Allí mismo vive y trabaja todos los días el tiempo ha pasado y hoy vive solo con un oficio que no abandona.
En el oficio de carpintero ha torneado su propio carácter, el cual es noble, práctico y solitario. Por lo que es respetado y apreciado por todos quienes lo conocen, ahí en el mismo lugar, en la carpintería donde siempre ha estado
Con el paso de los años, no solamente ha ido en aumento su edad, sino también su honradez, su bondad y su soledad sus amigos le visitan, le aprecian y le recuerdan.
El tiempo ha sido su mejor asistente 60 años de carpintería y casi 80 de existencia. Forma parte, por ello, de esa legión anónima de personajes de trabajo que a la vida y a la sociedad le han dado todo y no le han quitado nada; por lo cual, bendita vida, no poseen fortunas ni exigen reconocimientos; en fin, nada que sea vanidoso son los personajes que se convierten a la vista de uno cuando se les estudia, en verdaderos santos, en laicos de los trabajos útiles y prácticos es esa gente que vive apartada y a veces casi en el abandono, más en realidad son el ejemplo vivo de la superación y de la constancia para nosotros mismos. El ejemplo de la realización por la única vía posible, sana y humana: el trabajo.
Por la calle de Ocampo está la carpintería y el carpintero se llama Octavio Guzmán Flores y aún sigue en pie, trabajando, funcionando, desde 1917 hasta hoy, en 1987 al pasar por el lugar sólo se escucha el ruido del trabajo y el suave caminar de un hombre no hay más, nada más sólo el ejemplo de una vida humilde y por ello hay más.
Don Octavio Guzmán Flores es un hombre de pocas palabras, pues todas las que sabía mejor, las tradujo en aras del trabajo, de su quehacer en la carpintería para grandeza de la sociedad de Sabinas Hidalgo, es ésta quien debe de reconocer a uno de los personajes silenciosos de la legión del trabajo hay muchos más y son tan humildes que pasan desapercibidos; por aquí y allá, a todos horas del día, son los que integran la esperanza de siempre, del hombre en busca del bien en el camino del trabajo.
Gracias, Don Octavio. Todos procuraremos corresponderle con el trabajo, en silencio, como usted lo ha hecho durante 60 años en su carpintería.
2 de enero de 1987.