Es un árbol centenario… de muchos años, tantos o más como los que de fundado tiene el Real de Santiago de las Sabinas… está en la margen de una de las acequias, la que pasa por Bella Vista y que llaman de los hacendados, porque va a las tierras de las viejas haciendas Larraldeña y Lozaneña… es la acequia de la margen sur del Río Sabinas, la primera que trazó Fray Francisco de la Calancha y Valenzuela en 1692, cuando al reconocer la abundancia de aguas del manantial decidió establecer las labores de San Francisco Javier.
Desde el barranco donde brota el ojo de agua en todo el trayecto del río en donde se forman grandes charcos y corrientes que afloran aquí y allá, hubo desde siempre un bosque de sabinos… sabinos que daban belleza y placidez al paisaje aquel que vieron los primeros pobladores… la síntesis de esa visión era un valle, unos cerros, un ojo de agua, un río, un bosque de sabinos y luego la mano de obra para trazar dos acequias, desde donde florecieron las labores y los talleres de lavado de materiales.
Al villorrio aquel se le llamó Sabinas por los sabinos del río y aquellos que fueron naciendo en las márgenes de las acequias… los sabinos simbolizan el tiempo, la fuerza, el horizonte, lo profundo de las raíces y asocia, además, la vida con el agua… si no hay agua suficiente, no hay sabinos… si hay sabinos es que se sigue contando con la bondad del agua, si hay sabinos significa que al agua se le ha cuidado, se le ha canalizado, se le usa bien, se le almacena…
Todos hemos echado a volar nuestros sueños en torno a un sabino… nos hemos trepado a sus ramas, sentado sobre sus raíces y recargado en sus troncos… hemos pasado horas y horas de pláticas, disfrutando de la vida al amparo de sus sombras… los sabinos forman parte de muchos de nuestros recuerdos, pues desde ahí lanzamos el primer anzuelo para pescar mojarras o nos dimos el chapuzón en una tarde de verano… nos cambiamos de ropa y guardamos el lonche del paseo aquel con el grupo de primaria… grabamos las iniciales de un amor olvidado y ahí cerca hicimos la primera lumbre, a unos cuantos metros, ni tan lejos ni tan cerca de su tronco; hicimos la lumbre para el caldo de mojarras en el que nos creíamos expertos… en los sabinos se hacían las fiestas de los sabinenses de antes, cuando el río era un lugar cubierto de sombras, sólo cruzando por veredas y rebaño de cabras.
Sufríamos cuando un rayo de tormenta caía sobre el tronco de un sabino y lo desgajaba, más el árbol seguía en pie… cuando alguien con intención malévola arrojaba fuego para carbonizar el árbol, más el robusto sabino seguía con vida… cuando las lluvias torrenciales lograban embravecer el cauce del río, todo pasaba por su lecho, excepto los sabinos que siempre firmes estaban atados a su espacio.
La creciente de septiembre de 1988 nos refrescó la memoria olvidada sobre el río, sus márgenes y sus acequias… nos evidenció el abandono y el olvido, la desidia y la pereza para con lo que debe ser el cuidado y protección de la naturaleza misma del río y de todo lo que está a su alrededor, ente ellos: los sabinos, las acequias y las márgenes libres de poblamientos.
Las acequias han sufrido para ser reparadas y conservadas o también por la falta de agua. La acequia de los vecinos ha sido reparada y el agua corre por su cauce; requiere ahora tan sólo cuidados y un estudio a fondo de su viejo trazo histórico, de sus arterias extendidas por las viejas calles del pueblo… la otra acequia, la más vieja, ha estado seca por muchos meses, le falta el agua, pero sobre todo le ha entristecido la carencia de verdor del árbol que le daba renombre a la mitad de su camino… el sabino gordo, ahí en Bella Vista, ahí donde era cruce de veredas y de rebaños, ahí donde tantas fiestas y reuniones de todo tipo se hicieron, ahí donde los sueños de muchas generaciones de sabinenses están colgados de sus ramas.
Ojalá que el agua vuelva pronto a la acequia de los hacendados, a la que pasa por Bella Vista, para que el sabino gordo vuelva a florecer… ojalá que la conciencia lugareña esté siempre pendiente del sabino gordo para que éste no muera… ojalá que la sociedad y las autoridades algo puedan hacer solidariamente para con el sabino gordo y todos los sabinenses que están en la ribera del río… ojalá.
13 de agosto de 1990.