Aquel hombre que había andado en la revolución… enrolando se fue a la “bola” y al paso de los años regresó al hogar nativo, volvió cargado de violencia y amargura, nadie sabía de sus pesares, oficio ni beneficio… el paso de los días tornó sus angustias en sucesivas averías y pillerías en los caminos reales… originario de los Colorados, jurisdicción de Vallecillo, N.L., su nombre se hizo conocido… Eduviges Sánchez se había convertido en bandido.
Era el año de 1924 y en el camino al rancho de los Cavazos se gestaba una tragedia de profundo dolor: dos muchachos de Sabinas, adolescentes de escasos 14 años se dedicaban a vender mercancía en un pequeño Express, sus padres les enviaban hasta esos lugares por ser conocidos los rumbos… Eduviges Sánchez les asalta en el camino y para robarles tiene que asesinarlos con filoso cuchillo… al sol quedaron tendidos los cuerpos y los habitantes del rancho se alarmaron al descubrir el fatal suceso el cual hundió en el dolor a las familias Treviño y Santos de nuestro pueblo.
La indignación cundió, se hizo permanente iniciándose una persecución para castigar al culpable… dos cruces a la entrada del viejo panteón dieron por muchos años testimonio de aquella tragedia.
El destacamento militar inició la persecución y será hasta 1927 cuando el Capitán Molina Viejo, veterano de la revolución, logra el arresto de Eduviges Sánchez. En esos años tormentosos el ajuste de cuentas era el fusilamiento. En formación militar se conduce al criminal a las afueras del pueblo rumbo al camino de Garza Ayala y con todo respeto para el caso de quien va a ser fusilado en viejo Capitán Molina le ofrece un pañuelo al criminal para que se cubra los ojos:
— Toma Eduviges…
— No, así es mejor…
En ese instante, audazmente aprovecha Eduviges Sánchez la pasiva escena para abrazarse el cuerpo del Capitán Molina y dejarse caer al lado del barranco del río logrando escapar ante la impotencia de los soldados que no acertaban a disparar por temor a herir también a su comandante.
Había escapado Eduviges Sánchez y el error le costó al Capitán Molina el ser castigado y reemplazado del mando.
A los pocos días un joven militar, el Teniente Juan Elizondo se hace cargo del destacamento militar, se inicia de nuevo la persecución y es localizado el punto donde se encuentra refugiado Eduviges Sánchez: un rancho por el rumbo del Río Salado donde trabaja como jornalero, para que no escapara los soldados se visten de paisanos y le apresan y es conducido fuertemente vigilado hasta el cuartel que estaba en la vieja casona de piedra de las calles Dr. Coss y Galeana… el rumor se expande por todo el pueblo, Eduviges Sánchez estaba preso en el cuartel… bien preso y amarrado, casi envuelto en gruesos mecates de arriba abajo.
Eduviges Sánchez debería ser fusilado casi de inmediato.
Era una tarde de otoño del año de 1928… tarde gris y de leve frío y viento seco… sale la formación militar del cuartel, el Teniente a caballo cortando su escuadra de cachas blancas, un pelotón conduce al prisionero el cual va amarrado además a la cintura de un soldado… nadie habla y las miradas todas son de lejos, toman por Dr. Coss, Gral. Treviño, Gómez Farías, Zuazua y pasan la acequia a Mina Garza Ayala… .el prisionero va en completa calma vestido casi de harapos, en huaraches y un cigarro de leve humo… nadie dice nada.
El camino tiene a los lados los montes de huizache y de mezquites, una muchedumbre sigue a distancia la formación militar… la tarde empieza a caer por completo, gris y rojiza a la vez. A mitad del camino es el desenlace… los soldados se hacen a un lado y disparan, los fogonazos se ven a lo lejos, el cuerpo se desplomó sobre la tierra y desde arriba de su caballo Teniente Elizondo dispara certeramente dando el tiro de gracia.
El cuerpo inerte quedó entre los mecates de sangre mezclada en el polvo del camino…
Es la noche. Los soldados se alejan mientras que la muchedumbre se acerca… los sentimientos afloran, las maldiciones se pronuncian y las escenas son patéticas en todos los sentidos mientras que unos descargan sus venganzas sobre aquellos despojos, otros reflexionan y no dicen nada, lamentan que todo haya tenido que pasar.
Es media noche, el cuerpo cubierto de polvo en el arroyo del camino continuaba donde mismo, la muchedumbre se ha marchado, en el cielo no hay estrellas y la luna como que huye… como que nadie se interesa por el fin de aquel destino… a lo lejos se escucha el ruido de un Express que sale del pueblo y dos de sus ocupantes recogen el cuerpo llevándolo a una pequeña casa de la calle Juárez… .lo velan con las luces inapagables del perdón y muy temprano en la mañana le sepultan en el viejo panteón.
Tal fue el fin de Eduviges Sánchez, un camino truncado por tragedias… los rencores y los dolores nos debilitan y la única forma de fortalecerlos es a través del perdón, el cual aclara y da sentido a la vida antes y después de cada final.
s.f.