La anécdota que voy a relatar es algo que nunca olvidaré y que nos sucedió a unas compañeras durante nuestra estancia en la escuela Normal “Pablo Livas”.

La anécdota que voy a relatar es algo que nunca olvidaré y que nos sucedió a unas compañeras durante nuestra estancia en la escuela Normal “Pablo Livas”.
Como en nuestra generación éramos muchos alumnos, durante 7º y 8º semestres algunos tuvimos que salir del municipio a realizar nuestro servicio social. Los municipios donde practicaban normalistas eran Ciénega de Flores, Apodaca, Zuazua, Escobedo, San Nicolás de los Garza y Monterrey, N. L.
Asistíamos en el turno matutino a la Normal y a las 11:00 a. m. Tomábamos el autobús que nos llevaba a nuestros destinos.
Esa era nuestra rutina diaria por lo que nos sentíamos familiarizados con los operadores de los autobuses y demás pasajeros, pues diariamente era tomar el autobús de ida y de regreso por las tardes.
Un día mis compañeras y yo le pedimos al operador que le permitiera manejar el autobús a una de mis compañeras, a lo que él de inmediato se negó, argumentando que tenía la responsabilidad de los pasajeros que en ese momento viajaban en su unidad, pero ante la insistencia y la algarabía de todas nosotras el operador se lo permitió y mi compañera manejó el autobús por un tramo corto.
Más delante nos alcanzó un Federal de Caminos y detuvo al autobús, y le dijo al operador que un trailero había reportado por radio que la unidad la iba manejando una mujer.
El Federal de Caminos le llamó la atención y lo reportó a la empresa y como consecuencia lo suspendieron por haber permitido semejante petición.
Profra. y Lic. Elisa Rodríguez Landín
XXXI Generación
1978–1982