Celebrar el 60 aniversario de la Escuela Normal Pablo Livas es recordar una serie de vivencias que difícilmente el tiempo borrará y que nosotros jamás olvidaremos. Son tantos los recuerdos que provocan nuestra nostalgia y que invaden los sentimientos. Todos y cada uno de los alumnos que anduvimos por los pasillos de la Normal y que ahí nos preparamos para ser docentes, hoy en día anhelamos regresar a esa época de estudiantes en la disfrutamos al máximo cada momento.
Celebrar el 60 aniversario de la Escuela Normal Pablo Livas es recordar una serie de vivencias que difícilmente el tiempo borrará y que nosotros jamás olvidaremos. Son tantos los recuerdos que provocan nuestra nostalgia y que invaden los sentimientos. Todos y cada uno de los alumnos que anduvimos por los pasillos de la Normal y que ahí nos preparamos para ser docentes, hoy en día anhelamos regresar a esa época de estudiantes en la disfrutamos al máximo cada momento.
Cómo olvidar las cátedras impartidas por maestros con gran experiencia, que en cierto momento nos dieron algún consejo, un regaño, pero siempre con la finalidad de contribuir positivamente en nuestra formación. A la vez vienen a nuestra mente aquéllos momentos de satisfacción al terminar la época de exámenes, al reunirnos con nuestros compañeros en alguna festividades, al realizar nuestras prácticas pedagógicas, en fin son tantas las situaciones que podemos recordar, pero en esta ocasión quiero recordar una muy especial. Es una anécdota que nos sucedió a un grupo de amigos: Verónica Hernández Zapata, Vilma Garza Morales, Ma. Guadalupe Guajardo García, Diana Chapa Chapa y José Gpe. Molina Briseño, y que además es muy curiosa, ya que en un momento nos provocó tristeza, coraje, decepción y risa.
Por un buen tiempo, cada ciclo escolar, en la escuela se han realizado concursos de escoltas, con el fin de seleccionar a la escolta representativa de la institución, y en esa ocasión estábamos cursando el tercer año de Bachillerato Pedagógico, cuando se nos presentó la convocatoria del mencionado concurso y nuestro grupo decidió formar una escolta para concursar.
Decidimos participar y hacerlo bien, por lo cual ensayamos arduamente, casi diario, incluso lo llegamos a hacer en fines de semana, bajo la lluvia y hubo una ocasión en que no pudimos ensayar, por lo que optamos por ir a la Plaza Venustiano Carranza y hacer ahí nuestras rutinas ante las miradas de mucha gente que se sorprendía al vernos ahí.
Después de haber realizado un gran esfuerzo y haber armado una rutina excelente para hacer un muy buen papel, se llegó la fecha tan esperada por nosotros, el día del concurso. Estaban reunidos todos los grupos de la escuela, jurado y autoridades educativas en las canchas y a la expectativa de cuál sería la escolta que representaría a la institución el próximo ciclo escolar.
Realmente todos los integrantes de la escuela estábamos sumamente nerviosos y ansiosos por participar, ya sentíamos muy seguro el triunfo, después de tanto ensayo y sacrificio, lo más lógico era que resultáramos triunfadores.
Una vez que nos tocó participar empezamos a desarrollar nuestra rutina y todo iba saliendo a la perfección, cuando repentinamente la sargento nos indica: Escolta a la derecha, siendo que en nuestra rutina siempre habíamos ensayado con escolta a la izquierda, sinceramente este fue un momento de confusión para todos nosotros, ya que no sabíamos qué hacer, si obedecer a la sargento o hacer lo que ya teníamos 100% mecanizado. Fue entonces como la mitad de la escolta giró a la derecha y la otra mitad a la izquierda, realmente fue un momento muy bochornoso para nosotros y no conforme con eso, seguimos nuestra rutina, pero con la inquietud de que nos habíamos equivocado y seguimos cometiendo error tras error, en una de las vueltas nos fuimos encima del jurado y en otra le sacamos la vuelta a uno de los muros de la cancha. Y por si fuera poco, una vez que dieron los resultados y que no fuimos favorecidos, fuimos a reclamarle al jurado sin obtener el veredicto a nuestro favor.
Platicando esta anécdota con mis compañeros después de 16 años es algo que algunos de ellos no han podido superar, ya que realmente querían ser parte de la escolta de la escuela. En mi caso, me sentí mejor, ya que volví a participar el año siguiente y nuestra escolta resultó la triunfadora de ese ciclo escolar.
Así como ésta, existen otras anécdotas que de alguna u otra manera recordamos con especial cariño y nos remontan a esa época, de la que sólo los recuerdos quedan.
Francisco Ovalle Perales
XL Generación
19881992
5º Generación de Lic. en Educación Primaria