Cualquier revancha deportiva es dulce y una de esas sensaciones la tuvo a su favor la Perla Negra el domingo pasado cuando hizo ver muy mal a los Dorados quienes cayeron estrepitosamente por 4 goles a 0.
Cualquier revancha deportiva es dulce y una de esas sensaciones la tuvo a su favor la Perla Negra el domingo pasado cuando hizo ver muy mal a los Dorados quienes cayeron estrepitosamente por 4 goles a 0.
Esto en jornada del soccer dominical del 9 de septiembre donde era el partido más esperado ya que ambos equipos han protagonizado las últimas finales en la gran carpa pero Dorados en esos juegos ha impuesto condiciones.
No obstante, el partido descrito del día 9, fue de un solo color y fue la Perla quien tuvo el control de las acciones de principio a final.
Un gol tempranero del joven jugador Milton Rangel fue lo que sepultó las aspiraciones de los Dorados, ya que mediante una gran definición, Milton inició lo que fue una pesadilla para los bicampeones de esta liga de futbol.
No obstante, una actuación memorable y perfecta fue la que tuvo a bien regalarnos el delantero, Homero Garza, quien fue una verdadera pesadilla para el cuadro bajo de los Dorados.
Al grado de convertirse en el verdugo de los rivales en turno, debido a que Homero se despachó con la cuchara grande y fue la figura de la contienda con tres pepinos en su cuenta personal.
Desordenado, pero con entusiasmo y sin mucha idea al frente se vieron los bicampeones de este deporte, caso opuesto la Perla quien caminó como una máquina bien encarrilada y supo conquistar esta victoria por demás motivante para ellos.
Nada les salió a los Dorados, fueron superados sin ninguna duda, pero ese 4-0 va a servir de mucho, o debe servir para poner las cartas sobre la mesa y analizar lo que sucedió en esta actuación.
Por lo pronto, la Perla Negra retoma el lugar de privilegio en esta liga al llegar a 22 puntos y colocarse solitario en la cima del contingente y es el superlíder absoluto.
Y de paso habrá que mencionar que los Dorados perdieron la etiqueta de equipo invicto, siendo que no deja de ser dolorosa esa caída ante el acérrimo rival por excelencia.