Quien nos representara en un Centroamericano, en un mundial, un Preolímpico, la Serie del Caribe, después de participar en la Liga Mexicana de verano con los Tigres de la Angelópolis, nos honró con su presencia el domingo 24 septiembre.
Pablo Ortega llegó puntual a la cita en el parque “Gilberto Garza” para poner en marcha un nuevo torneo de beisbol en compañía de las autoridades municipales encabezados por el Profr. Otoniel Arrambide Villarreal.
Después de tanta actividad parte hacia Mazatlán el jueves 28 a cumplir su compromiso con los Venados de aquel lugar, donde le guarda un profundo agradecimiento por la oportunidad a su manager Juan José Pacho y su coach de pitcheo Sid Monge.
Pablo es un muchacho agradecido, valga la redundancia, con todos, padres, amigos, compañeros, porque de ellos he aprendido algo, expresó en la plática informal en el inmueble de la colonia Bella Vista, todavía con una pertinaz llovizna.
Según el róster de la página de internet de los Venados de Mazatlán, Pablo nació el 7 de noviembre de 1976 en Nuevo Laredo, mide 1.87 y pesa 90 kilos, es pitcher derecho y él nos comentó que su recta anda de las 87 a 91 millas, llegando incluso, cuando se requiere, a 93, siendo su principal arma el control.
Su sueño, obviamente, es pisar los diamantes de Grandes Ligas, de ser posible con los Yankees de Nueva York, pero no se frustra, dijo con una sonrisa, si es con los Astros o los Rangers de Texas, porque ahí tendría el apoyo moral de sus amigos, señalando a los presentes que lo irían a visitar, y tampoco si no le llega la oportunidad, él seguirá trabajando con el mismo entusiasmo de siempre.
Sus números con los Tigres no son como él los quisiera, y lo atribuye a que es de los pitchers que siempre batallan para sacar las primeras entradas y cuando ya se asientan hay que ajustarse a ciertas reglas del club y su porcentaje de carreras limpias admitidas aumenta al no poder descontar nada.
Sin embargo, en opinión muy personal, lo anterior no demerita para nada su calidad como serpentinero, los triunfos contra equipos de una gran jerarquía hablan por sí solos del jugador que se inició en la categoría pee wee en la Liga Oriente de Nuevo Laredo como fildeador, después pasó a la primera base, también se fajó en la almohadilla caliente y sólo en algunas ocasiones lo subieron al cerrito.
Quien le encontró facultades para lanzar fue Aarón Cruz cuando contaba ya con 16 años y militaba con la novena de los Indios, siendo firmado para el profesionalismo en 1995 por los Tecolotes de los Dos Laredos, pero sólo participó un mes.
En 1996 se fue con los Mantarrayas de Tampa Bay durante 4 años y en ese tiempo debutó con su actual equipo en la Liga Mexicana de invierno, en la de verano también ha defendido la camisola de los Pericos de Puebla y en varias ocasiones, repito, la de la selección nacional.
Físicamente no tenía el gusto de conocerlo, pero sí algo de su trayectoria, sobre todo de los títulos obtenidos, por ejemplo, en 1997, en 2004 y 2005 fue campeón con el equipo de Mazatlán en la Liga Mexicana del Pacífico o invierno y en la de verano en el 2000, 2001 y 2005 todos con los Tigres y en las Series del Caribe en el 2001 como refuerzo con Culiacán y en 2005 con los Venados de Mazatlán.
Esto es a grandes rasgos la carrera deportiva de un profesional en toda la extensión de la palabra, que está dispuesto a colaborar con las Ligas Pequeñas de Beisbol y ha representado al país, como él mismo lo expresa: “con mucho orgullo, satisfacción y respeto a México, y sobre todo con disciplina y mucho amor a los colores patrios”; él es Pablo Javier Ortega Salinas.