Ramiro Rodríguez Martínez

Paulino Garza Cisneros

Ramiro Rodríguez MartínezPaulino Garza Cisneros vivía en Timones
cuando alzó su vuelo al valle de los muertos.
Una luna llena lamía el cultivo de algodón
y las aguas efímeras
de un arroyo incipiente.
Los arbustos abrieron paso a ojos traicioneros.
Sólo huellas de traición quedaron sobre el pasto
y el eco transfigurado
volando hacia el cosmos.

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Ramiro Rodríguez Martínez

La noticia

Ramiro Rodríguez MartínezDICIEMBRE ES UN MES inapropiado para morir. No es un mes que simboliza la muerte, sino el origen de la vida, según la creencia religiosa de la familia. La noticia hizo su aparición durante el mes de diciembre, mil novecientos setenta y cuatro. Tío Humberto murió en un accidente automovilístico. Mis ocho años de edad eran insuficientes para asimilar los hechos, digerir la noticia de la muerte, comprenderla. Lo que pude comprender fue que el hombre que tenía suficiente parecido físico con mi madre, el hombre que llegaba hasta las puertas de mi casa cada mañana para bromear con su voz sonora y crear una atmósfera agradable con su optimismo, ya no venía como antes en búsqueda de grata convivencia. Los suaves golpes en la puerta de la casa llegaron a transformarse en eco, sonido que aún perdura en este tiempo.

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Ramiro Rodríguez

Mares de Opulencia

Ramiro Rodríguez MartínezSomos lo que nos mueve. Somos esto que nos conmueve, esta materia literaria que conforma cada músculo del cuerpo. Nadamos en mares de opulencia porque tenemos en nuestra garganta las voces que otros no tienen. Somos lo que otros no son. Nuestras costillas son sílabas que se cuentan sin cuenta, versos infinitos que convergen alguna tarde de junio, cuando Roberto celebra la reinauguración metafísica, la verdad ontológica de la carne y la conciencia. Esta es la materia absoluta que nos conforma, la sinfónica alegría que en nuestra sangre reverbera. Por eso Elvia desciende hasta encontrar piedras a la orilla del río, se transfigura en deidad insomne de palabras que transforma el polvo en formas innúmeras. Es la celebración de conciencias creadoras, crepitación de semillas al enunciar el asombro de imposibles estrellas.

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Ramiro Rodríguez

El encuentro

Ramiro Rodríguez MartínezMARÍA SOCORRO es una hermosa mujer aún al paso del tiempo. Ella y yo iniciamos charlas sin tiempo ni espacio, intercambio de palabras donde la intimidad es como la sal para nuestros alimentos. María Socorro es buena amiga, y sé que cuento con su tiempo todo el tiempo, incondicional aun a intemperie y a destiempo. Cuando conversamos, el tiempo pierde su temporalidad y con facilidad pierdo la noción del tiempo y ella pierde su tiempo conmigo. Pero ella dice que no, sino que gana tiempo porque le gusta conversar conmigo. Los minutos son segundos y las horas son minutos y los días son horas… Pero todo es cuestión de tiempo.

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