Con un sencillo homenaje frente a su monumento, las familias Garza Acuña y Garza Guajardo, acompañados por amigos, familiares, autoridades civiles y educativas, recordaron al cronista sabinense.
La cita fue a las 10:00 de la mañana del lunes 8 de enero en el panteón municipal en una ceremonia dirigida por la profesora Elsa Solís Hinojosa, que inició con las Guardias de Honor, la primera de las cuales corrió a cargo de la familia del desaparecido historiador; a continuación le tocó el turno al Arq. Abelardo Hernández y los profesores Silvia Villarreal, Indira Montemayor, Graciela Santos, J. Arturo Solís Montemayor.
Acto seguido montó guardia un grupo de alumnos en representación de la Escuela Normal “Pablo Livas”, encabezados por los maestros Gustavo García Ríos, Director de la casa de estudios; y Rubén Chávez Cuevas, Subdirector de la misma; y la última estuvo a cargo del escritor Hugo Valdez, el señor Juan Manuel Reyna, el MES César Gutiérrez, Director de la Preparatoria No. 5 de la Universidad Autónoma de Nuevo León; y el Profr. José María Ibarra Robles, Secretario de Enlace del municipio, en representación del alcalde, Lic. Daniel Omar González Garza.
La profesora Indira Montemayor tomó la palabra y recordó su convivencia con el maestro Garza Guajardo, después de agradecer a la familia por darle la oportunidad de tomar parte en este acto, comentó que hace veinticinco años, cuando ella cursaba sus estudios de secundaria, un compañero de escuela le comentó que tenía un tío historiador que estaba preocupado por reunir todos los documentos que formaran parte de la historia de Sabinas Hidalgo, siendo ésta la primera vez que tuvo noticias del cronista.
Y a partir de ese momento empezó a conocer al maestro Celso a través de sus colaboraciones en el periódico Semana Regional, posteriormente tuvo la fortuna de conocerlo gracias al trabajo de ella en la radio cubriendo presentaciones de sus libros en el Museo de Historia Regional que ahora lleva por nombre el de “Celso Garza Guajardo”, comentó cómo se interesaba por estimular a la gente joven, invitándolos a que escribieran, aún cuando no tuvieran talento para la literatura.
Igualmente recordó la bonhomía de Celso Garza Guajardo, su don de gente, cómo cariñosamente se dirigía a los demás hablando en diminutivo, en su caso particular la llamaba Indirita.
Finalizó pronunciando las siguientes palabras: “Cuando seamos capaces de admirar lo simple de las cosas, cuando seamos capaces de admirarnos con el paisaje que nos rodea, que aunque siempre parece el mismo, tiene algo distinto; cuando sintamos ese gozo con una simple caminata, cuando aprendamos a valorar el escuchar a quienes tenemos cerca, cuando nos regocijemos simplemente por haber encontrado un amigo, cuando tengamos el valor para reconocer el talento de los demás antes de que hayan muerto, cuando todo eso se conjugue, entonces, estaremos mucho más cerca del alma de Celso Garza Guajardo”.
A continuación, el escritor Hugo Valdez dio lectura a uno de los artículos del historiador publicados en Semana Regional y recogidos en el libro Historias familiares, La nostalgia de un pueblo; en el cual narró una visita al Cine Olimpia, pero mientras transcurría la película, él estaba ensimismado, viendo su película particular, que no era otra cosa que recordando otros tiempos en ese mismo espacio.
El profesor Arturo Solís también se dirigió a la concurrencia para alabar las virtudes y valores de Celso Garza Guajardo, tanto como persona como historiador.
Celso Garza Acuña cerró el homenaje con un agradecimiento de parte de la familia del desaparecido cronista hacia todos los asistentes al acto.