Alla por los años sesentas se encontraba una empresa en la esquina formada por Antonio Solís y Guillermo Prieto en mi barrio “Sonora” la cual solíamos llamar La Escremadora.
Recuerdo bien que en las afueras de esa empresa antes de llegar a la esquina mencionada se encontraba una pila en la cual la empresa depositaba el suero producto de la producción del queso, allí íbamos los vecinos del barrio con tinas y botes a recoger una dotación del suero que allí se almacenaba para la crianza del marrano que casi en todos los fondos de los solares solían los vecinos criar para sacrificar en las fiestas decembrinas o bien venderlo una vez criados y hacerse de algún dinero.
Muy temprano por la mañana se escuchaban los golpes de un tambo con otro por todo el barrio como señal de que las labores ya empezaban en la empresa propiedad de Reynaldo Villarreal, jamás imaginábamos que esa empresa iba a ser tan grande como lo es hoy con proyección internacional.
Allí me tocó ver y conocer a los primeros hombres que laboraron en dicha empresa, mi padrino Jose Ángel Martínez, Don Chuy Martínez, Cundo, Mariano, mi tío Trine Chávez y otros tantos que no recuerdo, hombres fuertes sinónimo de honradez, lealtad y trabajo que en su mayoría ya no viven, luego vino otra generación de trabajadores, mi primo Regy Chávez, mi padrino Roosvelt Ríos, Mariano hijo, Eleazar Martínez, Mateo Berlanga hijo, “La Tula” y algunos otros más que de momento no recuerdo.
Ya cuando caía la tarde y por la salida de la escuela nos íbamos a “La Escremadora” y nos metíamos a la empresa con los trabajadores que ya nos conocían y nos regalaban los cortes de queso de las orillas de los canastos lo cual saboreábamos como un rico manjar y hasta en bolsitas de hule echábamos para llevarnos para la casa.
Más tarde la empresa incursionó en la producción de leche pasteurizada la cual se repartía en un camioncito por las tiendas de Sabinas la cual llevaba por nombre “La Norteñita”, el proyecto de la producción de la leche mencionada empezó bajo la responsabilidad de mi padrino Roosvelt Ríos y en la aventura lo acompañaron varios jovencitos entre ellos mis primos Óscar y José Luis Chávez, Pepe (no recuerdo su apellido) y otros más de los cuales se me escapan sus nombres, fue un éxito la producción y la calidad del producto y eran conocidos como “El Kinder”, por ser en su mayoría jovencitos los que laboraban en la producción y empacado de leche.
Por las tardes y por toda la calle Antonio Solís se veía la polvareda de las camionetas lecheras que venían de diversos lugares, ejidos, rancherías y majadas a entregar la leche que habían recogido para la empresa, así en sus camionetas fuertes y de trabajo a diario veíamos venir a mi padrino Román Ortegón y a Pablo Omar Garza entre otros que no recuerdo corre que vuelan para que la leche no llegara en mal estado, toda una odisea para lograr lo que hoy es… “Lácteos del Norte”.