Después del sorpresivo ataque a Monterrey, del 3 de julio de 1813 y de la derrota sufrida en Salinas; el indio insurgente Juan Candelario de la Cruz tomó rumbo a Vallecillo, a medida que avanzó el grueso del contingente crecía gracias a que más indios ayaguas y garzas se unieron al movimiento independentista.
Al paso de cada comunidad o ranchería, sublevaban a la población, sobre todo a indios y mestizos, efectuaron depredaciones y cometieron atropellos de todo tipo, principalmente sobre las autoridades, quienes prefirieron huir o esconderse para evitar enfrentamientos desventajosos, limitándose a dar aviso una vez que se habían retirado.
Fueron realmente pocas las comunidades que resistieron a la invasión, siendo una de ellas el Real de Minas de Vallecillo. La mañana del 26 de julio, el jefe insurgente José Herrera y de la Cruz, atacaron el cuartel que contaba con más de una docena de soldados mal armados, lucharon hasta que se ordenó incendiarlo, después se rindieron; quedando a disposición de los insurgentes. Al entrar al pueblo Juan Candelario mata a un oficial de apellido Leal y a dos vecinos; esto en la casa de Pedro Sarsa, además sustrajo ropa, dinero y valores.
El robo y rapto de mujeres se dio en todo el Real, desvalijaron las casas de Vicente Vedía y Andrés Mendiola; el miedo y temor se dejó sentir en toda la población.
Pronto los independentistas decidieron dejar el fundo minero, tomaron prisioneros a los soldados que había en el lugar, al Capitán Mendiola, a Juan Benavides y a un correo de Laredo, les quitaron las armas y pertenencias, los amarraron debidamente y salieron, no sin antes incendiar algunas viviendas. Después de caminar varias leguas, deciden parar, los prisioneros fueron amenazados de muerte por Candelario, pero después de consultarlo con Herrera, sólo fusiló a Benavides y al correo de Laredo, dejó en libertad a los soldados y a Andrés Mendiola, al parecer hubo alguna negociación, pues las fuerzas mandadas por Perea se acercaban peligrosamente y el coronel Felipe de la Garza ya iba para el rumbo.
Otro combate donde participó Candelario fue el de Cerrito Prieto, contra una división de la colonia y una compañía provincial de dragones en la acción mató a cinco soldados y a un oficial; se apoderó de ocho fusiles, 18 caballos con sus monturas y ropa. Por otra parte, mantuvo estrecha relación con insurgentes de la costa, pues conocía con detalles algunas posiciones de ellos, no descartándose la posibilidad de desplazarse hacia allá.
Sus andanzas en la región dejaban sorprendidos a propios y extraños, aparecía unas veces en el sur, en poco tiempo en el norte y otras partes, fue el caudillo más buscado, incluso por el mismo Arredondo y Mioño, pues según consta en documentos, Juan Candelario constantemente lo retaba, existe una declaración en el juicio sumario donde afirma: “Arredondo no quiere salir de Monterrey por el miedo que me tiene”.[1] La rivalidad entre ellos se tradujo en un afán del primero por acabar con el segundo, dándonos una idea de las dimensiones y firmeza de pensamiento del indio.
Organizó el ataque al Pilón, donde tomó parte en el saqueo: robó un sable de plata y un fusil, propiedad de Brígido Rodríguez en la comunidad de los Arroyos, que más tarde deja en la casa de Antonio Reyna de San Carlos; objetos que servirían como pruebas en su contra. Se le acusó también de haber asesinado de propia mano a tres personas, una de ellas reconocida como vecino de la Punta de Lampazos, lo que se confirmó más tarde.
Los insurgentes fueron derrotados en la sierra de Picachos en un punto llamado “La Chorreada”; las tropas del rey atacaron fieramente, fueron dirigidas por Ventura Ramón y Montañez, lograron un triunfo casi total, los insurrectos se dispersaron por doquier, unos fueron a Cerralvo y Juan Candelario logró huir hacia el Pilón.
[1] Archivo General del Estado de Nuevo León.Sección de Concluidos. Expediente 5/6 Sumaria realizada a Juan Candelario de la Cruz, indio insurgente del Real del Vallecillo. 1814.