Los primeros días de marzo de 1816, un grave peligró amenazó a la población, gran cantidad de indios hostiles merodeaban por las riberas del río Salado. Los exploradores del destacamento militar, afirmaron que no eran pacíficos, situación que se confirmó al reportarse varios ataques y depredaciones en ranchos cercanos. Por el número de ellos, se pensó que su intención era saquear el Real, el cual en esos momentos mostraba una importante mejoría en su casa, aunque aún no era posible hablar de un nuevo auge. Durante todo el mes, grupos reducidos de aborígenes incursionaron a robar ganado y comida, los vecinos como pudieron, trataron de proteger sus pertenencias y a sus familias. El temor creció en la medida en que día a día llegaron más y más, según los informes, eran de distintas naciones, incluso de algunas partidas muy al norte. De todas partes se notificó la huida de infinidad de naturales de servidumbre, se pensó que tal concentración era parte de una rebelión masiva, algo similar a lo ocurrido en 1811, con el alzamiento de las tribus ayaguas y garzas a favor de la independencia.
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