Bullía en el país el ánimo revolucionario, por todos lados se hacían proclamas, los angustiados querían sacudirse el yugo que los oprimía negándoles sus libertadores, se alzaban gentes en armas divulgando el lema de Sufragio Efectivo, No Reelección. Sabinas Hidalgo no podía quedarse sin manifestar su inconformidad y haciendo alarde de suficiente valor y osadía se levantan en armas un puño de ciudadanos.
Corría el mes de Marzo de 1911 un grupo de partidarios y amigos de Madero, deciden secretamente reunirse y planeando un viaje de pesca al Río Salado, se van a reunir en las Adjuntas, lugar donde desemboca el Río Sabinas en el Salado.
Todos manifiestan su inconformidad con el régimen de Porfirio Díaz, deciden jugarse su vida y su honra y planean lanzarse a la lucha armada.
Para comandarlos necesitan un jefe, nombran a Pablo de los Santos Morales como su guía y sostén.
Después de organizarse preparan su levantamiento para el mes de Abril. Pero sus planes no pudieron ser llevados a cabo porque fueron denunciados por el siempre Judas de la historia, quien los delató a la Policía Municipal. Fue aprehendido el que fungía como Jefe, y tras las indagaciones de rigor, fue puesto libre confiando en su inocencia.
El tres de Mayo de 1911 cumplen con su propósito y asumen el hecho de que quien empieza una obra debe cumplirla hasta el final, se lanzan a la aventura de exponer su vida en pos de un ideal, arguyendo que las clases menesterosas necesitaban reivindicarse y el pueblo debía de gozar de plena libertad.
Las gloriosas campanas de la Iglesia dieron cuenta del acontecimiento, lanzadas al viento llevaron hasta los más recónditos lugares de la Sierra su mensaje de esperanza. Al darse cuenta el pueblo del propósito de los insurrectos les brinda su ayuda y de trece que eran por la mañana se convierten en 180 por la tarde; agencian todos tipo de armas y los caballos que tenían las Autoridades para las fuerzas del gobierno, se convierten en los corceles de la Revolución.
Todos aquellos que no podían acompañarlos aportaron: monturas, armas y munición de boca.
Entre el grupo de insurrectos destaca un joven que no sólo demuestra valentía, sino que a cada momento da nuestras de su inteligencia y sistema de organización, ya que tiene don de mando e indulgencia para sobrellevar las deficiencias de sus subalternos; corrige los errores con ejemplos y sanciona las faltas con justicia: Alejandro Morton Morales se llama el joven revolucionario, que habrá de labrar con resplandor el nombre de su solar nativo en las aras de la historia.
Ha dejado como testimonio de su participación en la Revolución unas bien documentadas memorias, que dejan recuerdos de sus alegrías y sus desazones, de sus heridas y de la sangre derramada; que aún no termina de secarse, porque aunque se han cumplido muchos de los ideales de la Revolución aún hay miseria y dolor en las clases desposeídas.
Ellos lo dieron todo por su Patria y la sociedad les ha pagado con el olvido.
Sus hazañas guerrilleras son innumerables, recorrió la Patria toda luchando por sus ideales y en las filas revolucionarias se le reconocío por sus servicios a la causa, el grado CORONEL, que defendió y ostento con orgullo toda su vida.
Ojalá y pronto podamos contar con un monumento donde se exhiban los nombres de todos aquellos que se inmolaron en el seno de la Patria, para que las futuras generaciones no los olviden y se fortalezcan en su ejemplo y valor.