En Sabinas no celebraban a la Santa Cruz el tres de Mayo como lo hacían en Villadama. Los católicos de Sabinas se iban al pueblo vecino a conmemorar ese acontecimiento.
En Sabinas no celebraban a la Santa Cruz el tres de Mayo como lo hacían en Villadama. Los católicos de Sabinas se iban al pueblo vecino a conmemorar ese acontecimiento.
Por iniciativa del Sr. Eusebio Saavedra Lumbreras, en la loma más cercana al pueblo, (donde nace la calle Antonio Solís) se hizo un camino hacia la cima, donde arreglaron una explanada y se señaló un lugar para adorar a la cruz. Con el tiempo varias personas cooperaron y se construyó una pequeña capilla. La gente subía a pié, siguiendo la vereda que luego se hizo camino y en la actualidad es escalinata de cemento.
Don Santos que era un católico ferviente, acudía año con año a la fiestas que empezaban a hacerse notables, pues poco a poco la comunidad católica iba en aumento y la devoción y la alegría estallaban con pasión.
Un tres de Mayo, se llegó la hora de la procesión y la grey salió caminando de la iglesia San José, con rumbo de la Ermita (el Cura Párroco era el Sr. Don José Castañeda, cuya estructura física era de una persona obesa) el Párroco no hacía recorrido, sino que se trasladaba hasta la base de la loma en un mueble de tracción animal, ahí esperaba a los fieles; oficiaba una Misa les daba la bendición y regresaba a la iglesia.
Acababa de llegar el Sr. Cura, cuando Don Santos se apareció en su Ford, que iba como pocas veces, adornada con tiras de papel de colores y como tenía confianza con el sacerdote, le propuso que: lo subía en su troca hasta arriba de la loma. El sacerdote desconfiaba y le decía que no era posible que esa carcacha pudiera subir. Don Santos lo convenció, y colocó su camioneta, en posición de reversa y el Sr. Cura tomó el lugar del copiloto. La ubicó de esa manera por que al no tener bomba de gasolina, el motor se alimentaba del combustible que bajaba por gravedad.
Aceleró el motor y de reversa fue subiendo la vereda zigzagueante, hasta llegar a unos cuantos pasos de la cima: el sacerdote iba abochornado por la angustia y la zozobra de quedar varado a mitad del camino.
Se bajó, un tanto dubitativo y recorrió el espacio que le faltaba para llegar a la cima.
La procesión llegó con la cruz a su destino y por primera vez un Cura Párroco oficiaba una Misa en la pequeña capilla de la Santa Cruz.
Ese día Don Santos cumplía trece años de vida matrimonial. Bajó y llevó al Presbístero a la casa parroquial y se fue con su fortinga, a celebrar con su esposa, sus hijos y sus amigos tan dichoso acontecimiento.
Continuará…
Profr. Santos Noé Rodríguez Garza