Profr. Santos Noé Rodríguez Garza

Don Santos y su Ford (Cuarta parte): El Ojo de Agua

Páginas Sueltas de la Historia de Sabinas

Profr. Santos Noé Rodríguez Garza

Ya teniendo troca y un buen oficio que desempeñar, pensó en tener novia y casarse; pues vivía con su padre y su hermano menor, ya que desde muy pequeños se habían quedado huérfanos.

Don Santos Rodríguez conduciendo su Ford en un desfile

Profr. Santos Noé Rodríguez GarzaYa teniendo troca y un buen oficio que desempeñar, pensó en tener novia y casarse; pues vivía con su padre y su hermano menor, ya que desde muy pequeños se habían quedado huérfanos. Así fue como el 3 de mayo de 1930, contrajo matrimonio con la Srita. María de Jesús Garza Gutiérrez, con la que procreó una familia formada por: Dario Antonio, Ma. Guadalupe, Santos Noé, Rosa Amelia, Martha, Juan Manuel, Ramón Mario, Víctor Manuel, Julia Maria y Juan José.

Todo tuvieron el privilegio de disfrutar la Ford, paseando y recorriendo en ella, los confines de la Patria Chica ya que Don Santos era muy dado a llevar a su familia a las fiestas de Bustamante, Villaldama, Vallecillo y a los ranchos de la comarca.

Por aquellos años, junto con muchos Sabinenses, Don Santos fue a trabajar en las obras de canalización del Ojo de Agua y en los trabajos de construcción de la Turbina: obra que con gran amor a su terruño y de su peculio, costeó Don Manuel M. García.

Se dio una circunstancia muy especial: un día, cuando andaban subiendo material del río para hacer los vaciados de cemento, que conformarían el canal; se acercó un señor, a donde ellos trabajaban y les dijo que era el chofer del Cura Párroco de Sabinas, y que les iba a solicitar ayuda para cruzar el río con su automóvil, pues en esa parte el agua estaba muy alta y tenía temor de que el motor se mojara y quedara varado a la mitad del río.

Don Santos y sus compañeros diligentemente acudieron a prestar ayuda, la corriente cristalina en ese tramo tenía una buena extensión, ya que el río en días anteriores había bajado un gran caudal.

Al ir empujando el mueble con el motor apagado, se dieron cuenta que en el portaequipaje de la parte trasera, había una caja que sonaba como botellas de vino; para cuando terminaron de cruzar la corriente, ya habían sustraído una botella, que dejaron refrescando en el lecho del río.

El Cura Párroco y el Chofer dieron las gracias y siguieron su camino rumbo a Sabinas; los trabajadores que eran cuatro, se regresaron y dieron cuenta en dos por tres, de aquel vinito tan sabroso; siguieron trabajando ahora con mucha euforia y cantando; al poco rato los llama el chofer para preguntarles: –¡que si no habían visto una botella de Vino de Consagrar que se había extraviado, no sabía donde!

La carcajada que soltaron como respuesta los cuatro trabajadores, quedó por varios días sonando en los rincones de la sierra.

Continuará…

Profr. Santos Noé Rodríguez Garza

La camioneta Ford de Don Santos Rodríguez