Profr. Miguel Guadiana Villarreal
Cuando cursábamos el sexto año, solíamos tirarnos de panza al suelo para entretenernos dibujando personajes de la revistas de monitos, ya que el Maestro Miguel Guadiana, estaba ocupado recogiendo el ahorro de los niños que los demás compañeros maestros recababan.
Tenía por costumbre, todos los viernes, leernos un cuento del libro Corazón, de Edmundo de Amicis ya que el libro oficial que nosotros llevábamos era Supérate, de Gregorio Torres Quintero y las vivencias narradas en el libro las convertíamos en realidad, cuando el Maestro nos llevaba de día de campo al Ojo de Agua, que estaba virgen y lo único que tenía era el túnel que conducía el agua hasta La Turbina, nos colgábamos de las lianas de la parras silvestres gritábamos como Tarzán, y nos imaginabamos en la selva profunda cuando nos echábamos clavados en las charcas, la mayoría encuerados porque solamente los grandecitos traían calzoncillos.
El Maestro nos cuidaba y esta atento a que nada malo sucediera, era disciplinado y exigente, cuando lo hacíamos enojar se ponía rojo como un tomate. Nos narró la historia universal con conocimiento y gracia, y dejó para siempre un grato recuerdo en nuestros corazones.
Profr. Daniel Guadiana Ibarra
En la Escuela Secundaria tuvimos la fortuna que la dirigiera un personaje altamente disciplinado, cortés y elegante; con él ensayamos nuestras dotes artisticas; recuerdo que era un alumno malo para el solfeo, apenas tenía calificación de pase, pero un día me pasé mañana, tarde y noche, dale que dale a la escala musical a tal grado que a la hora de solfear lo hice bien y el Maestro me dijo: -es la primera vez en todos estos años, que un alumno que solfea mal, lo hace bien,- te felicito. También nos daba las clases de física y química, donde nos enseñó a medir y calcular las leyes científicas aplicadas a la vida del hombre. En la clase de dibujo que él también impartía tuve la fortuna de tener excelentes calificaciones, me fui ganando su confianza y su amistad y con los años me gané su respeto y su estima. En cierta ocasión al llegarse la graduación de fin de año, quiso experimentar con un alumno como Maestro de Ceremonias y me dio esa responsabilidad, de la cual salí airoso.
Todo ello aunado a los estímulos de otros Maestros, me permitieron ir rompiendo el complejo de inferioridad que me agobiaba. La vida del Maestro Daniel fue muy fructífera, pues aparte del Magisterio, fue industrial dedicado a la fabricación de mosaicos de pasta; políticamente destacó como Presidente Municipal de Sabinas Hidalgo y Diputado Local; su vida la hizo a base de trabajo y encauzó su familia por el mejor camino; por haberme apoyado en mi formación y estimulado en mi lucha por salir adelante, viviré eternamente agradecido. Donde quiera que estés "Zorro Plateado", Muchas Garcias.
Continuara…
Profr. Santos Noé Rodríguez Garza