En esa época de bienestar, su promesa hacia sí mismo había sido cumplida, ahora era el momento de lanzarse hacia la vida para él.
El complemento del hombre es la mujer, sino con aquel ser con que se sublimiza el amor y las aspiraciones de formar una familia; es así como nuestro personaje un veintiocho de febrero de mil novecientos veintiocho une su existencia en matrimonio con la señorita María Teodora Aurora Garza Garza.
Continúa adelante en su caminar por la existencia; y ahora se establece como comerciante en el ramo de frutería y un poco más tarde agrega a ésta la venta de abarrotes.
Sin embargo esta nueva época de bonanza se ve interrumpida por una enfermedad al grado de que tiene que salir de la periferia del poblado, por prescripción médica, abandonando su negocio de frutería y abarrotes; encargándose del mismo sus hermanos.
Su deseo de vivir, sus ansias por seguir adelante, los medicamentos, los cuidados de su familia, hacen que nuestro personaje, después de varios años vuelva a resurgir y a continuar al frente de las actividades postergadas.
Ya recuperado, vuelve a tomar las riendas de las actividades económicas y surge de nuevo la energía por el trabajo: establece ahora un negocio de maderería y ferretería, empieza también a fabricar vehículos de tracción animal, lo conocimos allí en el cruzamiento de las calles Juárez y Mina. Tornillos, clavos, tachuelas, lona para catres, pinturas, aguarrás, lijas, vidrio, madera, masilla, cal, cemento, varilla y muchas otras cosas más que podíamos observar en aquel mostrador, en aquel lugar con olor a thinner, a pintura, a aserrín, pero sobre todo con el olor al trabajo, a la responsabilidad y a la entrega.
Nuestro personaje era aficionado a las corridas de toros y su señora esposa Doña Aurora tenía un primo “Nacho Treviño” aficionado a la tauromaquia, situación que permitió a Don Melchor establecer en el cruzamiento de las calles Mina y Niños Héroes donde hoy está una tienda de conveniencia, la primera Plaza de Toros en el pueblo.
Sus hijos Carlos Alfonso, Elia Aurora, Pilar Omar, Melchor Mario, Ernesto, María Isabel, Víctor Manuel, Miguel Ángel y Nelson; hoy varios de sus hijos continúan en el campo de la negociación maderera y ferretera que fundara Don Melchor Flores Garza, hoy algunos nietos también inmersos en el trabajo del abuelo. ¡Enhorabuena!
Garza Inocencio