No recuerdo el año, pero sí recuerdo que ya hace mucho tiempo, allá por la calle Bravo entre Escobedo y Treviño (hoy Manuel M. García) apareció por primera vez en nuestro pueblo un centro de diversión y nevería a la vez, que se llamaba Golfito Acapulco.
No recuerdo el año, pero sí recuerdo que ya hace mucho tiempo, allá por la calle Bravo entre Escobedo y Treviño (hoy Manuel M. García) apareció por primera vez en nuestro pueblo un centro de diversión y nevería a la vez, que se llamaba Golfito Acapulco.
Allí estaba él, al frente de ese Centro de Diversiones, sacando de su bolsa una peseta de la balanza y colocándola en aquella enorme radiola multicolor, no sin antes cambiarle la aguja para escuchar a los Cometas interpretar Jugando Póker y tomando Ron o al inolvidable Pedro Infante cantar: Han nacido en mi rancho dos arbolitos, dos arbolitos que parecen gemelos en aquellos enormes discos de acetato de setenta y ocho revoluciones.
Pasa el tiempo y lo vimos atender con diligencia y responsabilidad la clase de música del Jardín de Niños Club de Leones.
Transcurren los años, se jubila y aún después de jubilado ameniza reuniones con su canto. Hoy las calles de Manuel M. García y Bravo están tristes y silenciosas, ya que no se escucharán las pistas y la voz e él, que era la alegría y el bullicio del barrio.