La versatilidad de su pluma era asombrosa, tan es así que pasaba del frío análisis histórico hasta la belleza profunda del romanticismo. Convertía en hermosos relatos las imágenes y las voces que bullían en su cerebro y en su corazón.
La versatilidad de su pluma era asombrosa, tan es así que pasaba del frío análisis histórico hasta la belleza profunda del romanticismo. Convertía en hermosos relatos las imágenes y las voces que bullían en su cerebro y en su corazón.
Fue un hombre que no necesitó estar en el lugar para apreciar y aquilatar a los que allí moraban. El vivía allá por la Colonia Mitras y su mente sobre los que aquí estaban o aquí estuvieron.
Cabral dice en una de sus múltiples interpretaciones: “No soy de aquí, ni soy de allá” que bello epitafio para un gran amigo que se ha ido y sobre todo para el gran Quijote de la Crónica.
El decía que cuando volvió lo que estaba, ya no estaba y preguntaba ¿Dónde esta entonces? ¿Dónde se fueron todas las cosas? Y fue así como el volver se convirtió en desesperación de sentirse perdido en su propio mundo. Alguien dijo que era otro tiempo y que ya no había distancias; entonces empezó a escribir sobre aquel pueblo donde nació, aquel pueblo que ya estaba hecho y que había sido su original mundo.