No sabía quien eras, tampoco de donde habías venido. Eras un hombre sencillo, pero junto a eso, era también un hombre muy responsable. Mucho me llamo la atención tu serenidad ante los problemas. No puedo hablar de tu trayectoria magisterial porque esta escrita.
Ellos, tus compañeros, hoy han valoreado lo que eras y lo que fuiste.
Dicen que la dimensión del árbol se mide cuando ha caído, pero tu altura estaba ya valorada antes de tu caída.
Te conocí allí, junto al Lic. Polo, tu eras su Secretario del Ayuntamiento y yo un simple Regidor, en aquella época donde ser Regidor era tener un cargo honorífico.
Y dijo esto, porque tú y alguien más, buscaron una retribución, aunque fuese simbólica para los miembros del Ayuntamiento, y se logró, algo quizás irrisorio en aquella época, pero que fue un parteaguas para las demás Administraciones Municipales.
Una vez más señalo que admiré tu serenidad siempre. Tal vez hoy, decir que alguien fue grande, cuando ya no existe, sea poca cosa, pero sé y estoy seguro, que los tuyos valorarán más estas palabras.