Pocas veces en la vida encontramos personas en quienes es posible reunir o conjugar una serie interminable de virtudes tales que les dan un matiz de excepción del resto de los humanos.
En la actualidad hay pocas personas, que imitando a los Mecenas de épocas pasada, se dedican a proteger a los que menos tienen, demostrando así su espíritu altruista.
Sería difícil precisar qué era en ella lo más sobresaliente, su inteligencia brillante, capaz de llamar la atención de un primer mandatario hasta este nuestro terruño o la calidad y excelencia de sus hermosos sentimientos. Hija, esposa, madre, amiga, mujer ejemplar; que hacía gozar a todas las personas que tuvieron el privilegio de tratarla, con las preciosas cualidades que la distinguieron.
Hoy se ha ido, pero queda lo que sembró, un ejemplo de trabajo, de superación constante, de rectitud y de amor a los demás.