La Madre Teresa de Calcuta se ha ido, bien pudiéramos llamarla la Madre Grandeza de Calcuta. Por la grandeza de sus sueños; por la grandeza de poder ser; por la grandeza de los valores que pudo redimir; por la grandeza de las personas que amó; por la grandeza de la verdad que profesaba; por la grandeza del servicio que siempre proporcionó; porque la grandeza se forma en la vida que se vive y ella ahí fue grande y su destino una pauta a seguir con un record muy alto, difícil de igualar.
Ella señalaba que había que alimentar a los hambrientos, pero que también había que saciar el hambre de la soledad.
"No sentirse querido, ni apreciado, ni necesitado por nadie es peor que el hambre. Decía: He puesto muchas veces comida en la boca del hambriento, pero la ayuda material no cura el hambre de compañía".
Solo el amor cura esa enfermedad llamada "soledad". Cuando damos nuestra compañía curamos el hambre del solitario. Solo el amor cura la soledad.
Pero así está el mundo y éstas son "Nuestras Cosas".
Hasta la próxima.