Tiempos aquellos, para algunos y aquellos tiempos para otros; total, tiempos aquellos o aquellos tiempos, lo cierto es que el espacio se nos fue, y nos quedamos viviendo en el espacio pero sin el tiempo. Un tiempo de serenidad, de tranquilidad, de seguridad que se nos fue.
Tal vez usted recuerde las sillas de palmito, las sábanas, aquellas sábanas de pedacitos de tela que nuestras abuelas hacían con los sobrantes de las telas de las colchas, de aquellas colchas que se hacían para regalar a los recién casados.
Esas sábanas y esas sillas eran el escudo nocturno que nuestros padres colocaban en la puerta de la calle. No había abanicos de pedestal, no había “aire lavado”, mucho menos existía el “minisplit”. En esa época había que disfrutar el suave viento que la sabia naturaleza nos enviaba; y había que dormir “afuera” recibiendo infinidad de piquetazos de los zancudos, en ese tiempo tampoco había repelente. ¡Qué tiempos aquellos! o ¡Qué aquellos tiempos!
Hoy ya nadie duerme a campo abierto, todos encerrados, con un clima que aunque bueno, “sofocante” porque nos impide la libertad y el camino de antaño ¿Cuándo volverán las mecedoras a las banquetas?
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.
Garza Inocencio
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo