Se acercaba el día dos de noviembre y las paredes de la casa donde vivía en compañía de su esposo Don Marquitos, se llenaban de clavos, que servían para colgar la gran cantidad de coronas que confeccionaba con flores y hojas artificiales, confeccionaba toda clase de coronas: redondas, ovaladas, en forma de cruz, pequeñas o grandes hechas con amor por sus hábiles manos.
Y para las fechas patrias, como el cinco de mayo, el quince y dieciséis de septiembre o el veinte de noviembre, con anticipación se preparaban ella y su marido con algunos materiales tales como aserrín, cuerdas de algodón delgadas, largas ligas de hule, papel metálico de los más variados colores, hilo blanco y papel crepé; todo lo anterior para la confección de aquellas hermosas y multicolores “vaciladoras”, que eran la diversión de chicos y grandes en aquellas inolvidables kermeses en la plaza principal.
Don Marquitos Cuevas era un trabajador jubilado de Teléfonos de México, que con la confección de flores, coronas y vaciladoras hicieron un complemento de las actividades diarias, hoy las “vaciladoras” han desaparecido hace muchos años, pero el recuerdo de ellas, es un homenaje a Doña Fina y Don Margarito.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”. Hasta la próxima
Garza Inocencio
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo