Hay tantas cosas, hay tantos hechos y tantas vivencias que serían sumamente difíciles de enumerar todas ellas, en este momento.
El Profesor Celso o mejor dicho Celso, así sin título, porque los títulos los dá la sociedad y la grandeza la hacen y la dan los hombres, los hombres que no son pequeños, tan es así, que con su sencillez, su decir y su congruente actuar, Celso al igual que ellos pasó a la historia, hoy aquí en lo que él llamaba la microhistoria, hoy aquí en su amado terruño donde soñó muchas veces aquellos años y mañana allá donde el horizonte se amplía y se pierde, pero que existe y que es gracias a la historia y a los que se dedican a escudriñarla y a escribirla para lección de posteriores generaciones.
Recordar a los grandes hombres del pueblo, hablar de los pobladores sencillos del caserío, escribir sobre la vida y el origen de esta comunidad, narrar acontecimientos importantes de ésta en aquel entonces villa, participar activamente en el hilvanar las hojas del pasado, ordenarlas y conservarlas para la posteridad, éstas fueron algunas de la enorme cantidad de actividades donde Celso estuvo presente.
Hoy también recuerdo que hace tiempo, no se cuanto para decir verdad, pero viniendo de la ciudad de Monterrey, nos desviamos antes de llegar a nuestro terruño y nos dirigimos allí por el camino a Zuazua y llegamos a la Hacienda San Pedro, nuestra intención era saludar a Celso, pero nos dijeron que no se encontraba, y dado lo anterior en el libro de registro de visitas le dejamos un mensaje, pensamos que dadas sus múltiples actividades no tendría tiempo de leerlo y cual sería nuestra sorpresa que un buen día me dijo: Estuviste allí, qué lástima que no pude atenderte, eso es un botón de muestra de su responsabilidad y entrega. Se dice que debemos saber morir en la vida para poder vivir en la muerte, hoy solo me resta decir: Celso vive.
Pero así está el mundo y éstas son "Nuestras Cosas".
Hasta la próxima.