Ella trabajaba en una Agencia de Seguros, con un salario que apenas cubría las necesidades más apremiantes y al terminar el día finalizaba sus oraciones diciendo: "Dios proveerá".
Un buen día o quizás mejor, un mal día, cae enferma y es llevada de emergencia al hospital y requiere de la atención de un especialista en neurología y un largo tratamiento hospitalario, Once mil dólares la cuenta del hospital y tres mil cuatrocientos dólares los honorarios del neurólogo.
Puntualmente enviaba cada quincena un cheque con valor de diez dólares y escribía a un lado del mismo "Dios pagó por nosotros". Cada semana enviaba el cheque, cada semana era un abono de diez dólares, cada semana el cheque llevaba el mismo mensaje "Dios pagó por nosotros". Y en la oración nocturna seguía murmurando casi en silencio: "Dios proveerá".
Cuál sería su sorpresa, cuando habiendo transcurrido algunas semanas y teniendo una cuenta por saldar muy alta, recibe una carta donde le comunican que su cuenta está pagada.
Pero así está el mundo y éstas son "Nuestras Cosas".
Hasta la próxima.