Hoy una puerta de cristal de paso a la modernidad, ayer una puerta de madera franqueaba la entrada de aquella tienda.
Aún está en nuestra mente aquel largo mostrador con unas grandes láminas adheridas a él con grandes clavos y anunciando los cigarros “Rialtos” o “Argentinos”, aquellas láminas de color amarillo o celeste; también estaban las que anunciaban el “Mejoral”, un analgésico que hasta la fecha perdura, se podía observar un anuncio de un antigripal llamado 666.
Y así aquel enorme mostrador de madera estaba lleno de publicidad, de una publicidad a todo color pero en resistente lámina; detrás del mostrador los casilleros llenos de los más variados productos, de chiles, de cigarros, de botes de cristal llenos de dulces, de navajas de rasurar de uno o de dos filos, de brillantina para el cabello; al frente del mostrador de aquella tienda enormes costales de ixtle llenos de maíz, frijol o de aromático café.
Bajo el mostrador los bultos de harina, de azúcar y aquellos botes de lámina en forma de prisma cuadrangular llenos de manteca; sobre el mostrador una romana conocida comúnmente como “pesa” con aquel enorme cucharón. En aquel entonces esa tienda se encontraba en la esquina noroeste de las calles Zaragoza y Mier y Terán y al frente de ella y con esmerada Atención se encontraba Don Carlos Ibarra, en los inicios y en la conformación posterior del Barrio del Dólar.
Pero así ésta el mundo y estás son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.