Había un joven jugador de futbol americano… sentía grandes deseos de que el entrenador lo pusiera como titular y lo enviara a la cancha.
Este joven le pedía siempre a su padre que lo acompañara y el padre para apoyar a su hijo estaba siempre en las gradas, aun a sabiendas que su hijo estaría en la banca.
Pasó el tiempo y el joven jugador seguía en la banca, pasó el tiempo y el abnegado padre estaba siempre en las gradas.
Un buen día los jugadores estrellas del equipo se lesionan y el entrenador no teniendo otra opción envía a aquel joven a la cancha; y cuál fue su sorpresa al ver a aquel joven en quien él no confiaba, estaba jugando de una manera brillante y logró llevar a su equipo al triunfo.
El entrenador lo felicita y al mismo tiempo le dice ¡Qué lástima que tu padre no haya venido a verte! El joven le contestó, mi padre no vino hoy, porque murió ayer, y si me vio jugar desde “allá”, porque él era ciego.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.