Aquella época en la que la Escuela Normal aun no existía en el pueblo.
Aquella época en que las autoridades municipales, ponían a los policías a las órdenes de los directores de las escuelas primarias, para que “recogieran” a todos los niños en edad escolar que deambularan por las calles en hora de clases.
Aquella época en que los períodos de estancia en la escuela eran largos, pues había que asistir mañana y tarde. Aquella época en que no había una larga lista de útiles escolares, tan solo se requería la asistencia y un cuaderno y un lápiz.
Aquella época en que no existían los uniformes ni las camisetas de diferentes colores, había el esfuerzo de los padres de familia para mandar a los hijos a estudiar, la mayoría íbamos descalzos, con pantalones “parchados” y el famoso “bale”, aquella bolsa hecha de un pedazo de tela de mezclilla, para guardar el único libro de lectura que se llevaría por todo el año; el famoso “bale” que hoy ha sido sustituido por hermosas mochilas, algunas de un bonito color rosado que hasta parecen de la Barbie.
Aquella época en que los maestros eran “empíricos”, es decir no tenían la pedagogía, ni la psicología y didáctica normalista y a pesar de ello cumplieron su función: la transferencia del aprendizaje.
Hoy a unos cuantos días de haber iniciado el nuevo ciclo escolar recordamos con cariño a la maestra Cristina, a la maestra Alejandra, a la maestra Bertha, a la maestra Lola, a la maestra Juvencio, al profesor Agapito, a la maestra Mela, al profesor Panchito Montemayor, a la maestra Pila y a tantos maestros empíricos que cumplieron con su deber, tal vez les faltaba la didáctica, pero les sobraba corazón.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.