Los molineros… de esa manera se les conocía a aquellos hombres que manejaban el molino de “nixtamal”, es decir, el maíz puesto a hervir con cal y después de algún tiempo tirar el agua donde hirvió el maíz, un agua de color amarillo a la que “la gente de antes” llamaba “najayote” y aparecía el nixtamal, el cual después de lavarlo varias veces se colocaba en tinas o cubetas, listo para llevarse al molino, donde el interior de éste había dos piedras redondas, una fija y otra que giraba y al pasar por entre ellas el nixtamal era convertido en masa.
Las tinas, las cubetas y en algunos casos baños de lámina, llenos o a veces copeteados de nixtamal, en ocasiones sobre éste chiles colorados con la finalidad de obtener una masa especial para la elaboración de tamales.
La masa aún requería otro tratamiento y era el que las amas de casa le daban en el metate, objeto contraído de piedra labrada, sobre el cual la masa recibía una “segunda molida” con la mano del metate, un “prisma” construido también de piedra.
Luego la elaboración de pequeñas bolas de masa, conocidas como “testales”, luego extender los “testales” con las palmas de las manos hasta darles la forma circular, aparecían por fin las tortillas; luego colocar las tortillas cobre un pedazo de metal caliente llamado “comal” para que aquellas se cocieran, toda una odisea, el llevar a la “canasta”, este alimento característico de nuestro pueblo, hoy solo se va al “súper” y coloca en la canastilla o en el carrito, el kilo de tortillas.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.
