Nos han pedido que sus vivencias las hagamos nuestras, en pocas palabras que las cosas de ellos también nos pertenezcan para que las demos a conocer a los demás.
Los comentarios que a ellos les hicieron hace mucho tiempo conforman su muy particular historia y hoy tal vez en el ocaso de su existencia quieran dejar constancia de aquello que en forma brillante fue asimilado en su cerebro.
La historia oral se conforma por los comentarios que día a día se escuchan y que muchos de ellos dada su importancia traspasan los linderos del tiempo.
Es así como llegaron hasta nosotros comentarios sobre el presbítero Don José María Rodríguez. Dicen que llegó a nuestro pueblo allá por el año de 1892, que este pastor de almas procedía de la ciudad de Guadalajara y que en el pueblo estuvo al frente de la parroquia por espacio de treinta años.
De boca en boca han pasado los relatos de la vida de este hombre, una vida dedicada por entero a la espiritualidad; el Padre Rodríguez como lo conocían las gentes de aquella época, tocaba una especie de guitarra llamada vihuela, le gustaba montar a caballo y vestirse de charro, hemos de citar de nuevo que venía procedente del estado de Jalisco. Dicen que vivió con muchas carencias y de lo poco que recibía en su curato lo daba a los humildes; tenía conocimientos de medicina y los prodigaba gratuitamente; señalan que murió un tres de enero de mil novecientos veintiséis, que iba a dar auxilios espirituales en el Rancho Jacalitos, pero cae de la bestia mular que lo transportaba y muere como resultado de un golpe recibido en la cabeza. Muchos aunque no lo conocieron recuerdan con cariño la vida del cura Don José María Rodríguez.
Pero así está el mundo y estas son Nuestras Cosas.
Hasta la próxima.