Las bajas temperaturas…
Las bajas temperaturas que hacen que la barra de mercurio baje, en ocasiones hasta el punto de congelamiento, nos hacen recordar momentos cuando muchos de nosotros, de eso hace ya medio siglo, asistíamos a la escuela descalzos no “como protesta”, sino como necesidad.
En aquella época en que había una sola regla ¡levántese y váyase a la escuela! no importaba lo bajo de la temperatura, en ocasiones se oía que delgadas capas de hielo se quebraban bajo nuestros pies.
Los salones de clases eran largos y altos y por lo mismo fríos; no tenían luz eléctrica, mucho menos calentadores; allá en las comunidades rurales había la costumbre de que cada niño llevara un bote con un asa de alambre lleno de brasas que era colocado debajo de los pupitres.
A pesar del frío, en la escuela estaba la calidez de los maestros, que ante la falta de alumnos, se reunían en un solo salón todos los alumnos de un mismo grado.
Los padres tenían la filosofía que era preferible que asistiéramos a la escuela; porque según ellos, íbamos a andar en la calle donde hacía más frío, la filosofía de aquellos padres, ¡Allá vas a estar recogido!
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.