Allá en el campo rural se efectuaban actividades para obtener fondos para mejoras de la escuela.
Entre una de ellas era la celebración de bailes populares con música en vivo o grabada; y los salones de la escuela eran convertidos en “salones de baile”.
El maestro, y muchas veces el único, por tratarse de escuelas unitarias, era a la vez maestro y director, era intendente y a la vez líder de la comunidad en la le tocaba desarrollar su labor docente.
Había una fiesta dentro de la escuela, pero no se vendían bebidas embriagantes, sin embargo, como alguien lo relata también, la venta de bebidas “espirituosas” se hacía en algún callejón con poca luz y cercano a la escuela, donde había una mesa iluminada por la tenue luz de una lámpara de aro y ahí mismo a falta de las hoy modernas hieleras, se encontraban los baños, sí, esos mismos y grandes recipientes de lámina que eran usados para lavar ropa, en esas ocasiones se llenaban de botellas de cerveza y luego se les picaba un cuarto o una media barra de hielo.
En muchas ocasiones algunos “despistados” llegaban y preguntaban por el baño y les contestaban diciéndoles: “allá al fondo detrás del mezquite”, y respondían: “no, yo no quiero ese baño, yo busco el de cerveza”.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.