Y muchos de los alumnos en aquella época no tenían edad para ingresar a la escuela primaria o escuela de primeras letras como algunos la llamaban.
Ellos no tenían los seis años, mas sin embargo la insistencia del padre o el lanto de la madre abrían las puertas de la escuela, para aquellos pupilos y los padres de familia convencían al Director y a los maestros de que sus hijos se quedaran en la escuela a pesar de que eran muy pequeños diciéndoles "déjenlo como oyente", y el "presunto" aluno asistiría a la escuela, pero no estaría considerado en la lista y cuando el maestro pasaba lista de presente para saber quienes habían acudido y quienes habían faltado, los "oyentes" no escuchaban su nombre.
Y el esfuerzo que tenían que realizar estos "alumnos" era enorme, pues tenían la presión del hogar para salir adelante y en algunas ocasiones el recelo de algún maestro, porque los "oyentes" ocupaban un lugar en los ya saturados salones de clase, en ese entonces cada grupo tená como cuarenta y cinco o cincuenta y ocho alumnos; los bancoes eran duales mas sin embargo en ocasiones había tres alumnos en cada banco, era una época de esfuerzos y de carencias, y a pesar de todo los maestros atendían con diligencia a los alumnos y a los "oyentes" quienes en muchas de las veces salían mejor que los alumnos regulares.
Pero así está el mundo y éstas son "Nuestras Cosas". Hasta la próxima.