París, La Ciudad Luz…
Las aves vuelan, ellas no saben dónde termina un país y dónde comienza otro, las aves vuelan sin fronteras. Los grandes animales marinos nadan enormes distancias, las ballenas no conocen de límites marítimos internacionales.
El hombre ha delimitado su estadía en el planeta, se ha apropiado de los territorios del globo y les ha puesto un nombre y así aparecen: chinos, japoneses, cubanos, rusos, argelinos, mexicanos, venezolanos, norteamericanos, ecuatorianos y párele de contar. El hombre ha delimitado su estadía en el planeta; y cuando tiene que trasladarse a otro espacio y llega a un territorio que no es el suyo, se le llama inmigrante y como tal ha de sujetarse a nuevas reglas y a nuevos usos y costumbres; puede ser relegado por el color de su piel, por el idioma que habla, por la religión que profesa, por su nivel cultural.
En multitud de ocasiones el inmigrante tiene que vivir en los suburbios de las grandes ciudades, en espacios recortados, con pocas comodidades, en pocas palabras en el olvido, en la indolencia y en la discriminación.
Pero un día el león dormido despierta y empieza a quemar autos y a destruir inmuebles para exigir un lugar. París, la Ciudad Luz…
Pero así está el mundo, y éstas son "Nuestras Cosas".
Hasta la próxima.