Transcurría la década de los sesentas principio de los setentas; siendo yo un niño de ocho o nueve años vivía por la calle de Porfirio Díaz justo frente a la Lonchería “LA CHISPA” propiedad del señor Pedro Alejandro (†) mejor conocido con cariño como Pedro La Chispa.
Diario veía a un hombre con una vestimenta muy a la usanza del cómico mexicano “CLAVILLAZO”, pantalón aguado, corbata grande y ancha, un saco tirando a gabardina, sombrero pachuco de lana y zapatos de charol, su voz era aguardentosa recuerdo que mi padre en paz descanse, lo llamaba Barrica, “BARRICA PATANGA”, recuerdo que era un hombre solitario y algunas veces era ocupado por don Gilberto López (†) para que le barriera su cantina que se encontraba en lo que hoy es el Estudio de Fotografía del señor Gilberto Guadiana por la calle Lerdo de Tejada recibiendo en pago unas copas de aguardiente (soyate).
La Barrica Patanga tenía sus correrías por la calle Juárez ya que él vivía en el callejón que está atrás de la escuela Normal, luego pasaba frente al salón social “Mateo Treviño” propiedad de Doña Aurelia creo que era la viuda de Don Mateo, después pasaba frente al salón Monterrey propiedad del señor Nicolás Saldaña, luego pasaba frente a la oficina de Correos que en ese entonces se encontraba donde hoy está una Caja de Ahorro Popular, enseguida pasaba frente al sitio Hidalgo frente a la Iglesia San José para luego pasar por La Oficina que era la cantina de los hermanos Páez y llegar hasta la Lonchería de Pedrito la Chispa donde la especialidad era “el Menudo y los lonches de barbacoa”. Este grato recuerdo me vino a la memoria cuando en pleno siglo XXI estaba reunido con dos de mis hermanos escuchando un disco long play de 33 revoluciones con la canción “CARIÑO” éxito de la gran artista sabinense orgullo de mi pueblo CHACHA SAAVEDRA hija del señor Nino Saavedra encargado por mucho años de la Cueva Club de Leones lugar donde la sociedad (crema y nata) sabinense realizaba sus festejos.
Un día sin saber como ni a donde se fue este singular personaje de nuestra Cara Aldea como la llamaba el Profe. Panchito, pero dice un dicho muy sabio que mientras alguien recuerde a la persona que falleció esta nunca morirá y si recordar es vivir pues seguiré recordando a todos aquellos personajes y sitios de mi pueblo querido.